jueves, 14 de enero de 2021

María Douglas


(Wolf Rubisnkis y María Douglas -Blanche  DuBois- en Un tranvía llamado Deseo)

La biografía espiritual de María Douglas puede explicarse apenas en el rastro de sus interpretaciones, una clave que vaga del placer al ascetismo. Bailó con el torso desnudo, sensual y armónicamente, "La danza de los siete velos" cuando fue la Salomé, de Oscar Wilde, en el escenario del Palacio de Bellas Artes, dirigida por Marta Elba, en tiempos en que Carlos Chávez estaba al frente de la institución y Salvador Novo se encargaba del teatro.

Desde que la Douglas apareció en la escena, su presencia mágica, su belleza irreal, sus movimientos precisos y elegantes, su entrega absoluta al personaje y su dicción exquisita, impresionaron gratamente al público que se identificó con su gracia y su delicada sensibilidad.

La Douglas fue Medea y Fedra en Hipólito, ambas tragedias de Eurípides. Fue Santa Juana en la hoguera, de Claudel. La fierecilla domada, de Shakespeare. Blanche DuBois en Un tranvía llamado Deseo, de Tennessee Williams. Interpretó también: Deseo bajo los olmos, de Eugene O'Neill; Los signos del zodiaco, de Sergio Magaña; El oso, de Chéjov; La casa de los siete balcones, de Alejandro Casona; Martina, de Rodolfo Álvarez; La hiedra, de Xavier Villaurrutia; Juegos fatuos, de Carlos Olmos.

La UNESCO la declaró "La mujer del año" en Nueva York, después de su histórica actuación en Las tentaciones de María Egipciaca, escrita y dirigida por Miguel Sabido. Sus otros directores fueron Seki Sano, Salvador Novo, Fernando Wagner, Xavier Rojas y André Maurois.

(Tomado de: Terán, Luis - Somos Uno, especial de colección, Las 100 estrellas del siglo XX. Año 7, núm. 1. Editorial Eres, S.A. de C.V., México, D.F., 1997)

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