jueves, 25 de noviembre de 2021

El hombre que quiso pagar la deuda

 


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El hombre que quiso pagar la deuda

Aunque nadie lo crea, hasta hace un par de décadas no era común ser un narco famoso. Aunque ya se les adoraba en los pueblos abandonados del norte de México, tanto por sus gestos caritativos como por su condición de grandes empleadores, sus figuras no eran las de los actuales personajes mediáticos. Antes los narcos no tenían corridos ni hacían alarde de su agitado tren de vida.

Rafael Caro Quintero fue uno de los primeros grandes narcotraficantes, y como sucedía con todos estos personajes, su vida fue también motivo de un sinnúmero de rumores. En el imaginario colectivo la figura del líder del cártel de Guadalajara, junto a Ernesto Fonseca, don Neto, es la primera en venir a la mente cuando de nombrar a un narco se trata. Segundos después se remata, en honor a él y al rumor que lo hizo famoso, señalando que ese compa ofreció pagar la deuda externa, ¿será?

Hombre inmensamente rico, Caro Quintero supo leer como nadie los huecos de la corrupción del sistema. En realidad, tuvo que ser detenido por la Policía de Costa Rica, que pensaba que estaba cometiendo un secuestro, pues en nuestro país era intocable. Sólo al ser informados por el gobierno mexicano, la Policía tica supo que había detenido al tercer hombre más buscado por la DEA.

Caro Quintero fue arrestado el 4 de abril de 1985. Se encontraba con su novia, hija del entonces gobernador de Jalisco, Sara Cossío. Su desgracia no fue la ley en México sino los excesos de algunos de sus lugartenientes que decidió matar a un agente de la DEA. Al poco tiempo, sus protectores se vieron obligados a desampararlo.

Orador magnífico, Quintero otorgó una genial entrevista al reportero Pérez Verdugo, en tu que aclaró que en efecto era narcotraficante, pero que no sabía por qué cargo se le había detenido. Aseguró, además, que era parte de una red que cruzaba en línea vertical hasta el Negro Durazo y López Portillo. Dijo que, por favor, los mexicanos no fuéramos doble cara y que mejor lo dejáramos trabajar en paz; si lo hacíamos, juró, pagaría la deuda externa.

Dijo: "Aléjenme de esos pinches ratas del gobierno y en unos años yo pago la deuda".

Por desgracia ganó la doble cara. Nunca sabremos si el rumor de que Caro podía pagar la deuda era cierto, pero si lo hubiéramos dejado, por lo menos le hubiera dado una buena abonadita.


(Tomado de: Marcelo Yarza - 101 Rumores y secretos en la historia de México, Editorial Grijalbo, Random House Mondadori, S.A. de C.V., México, D.F., 2008)


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