Desde que llegaron los conquistadores a las tierras de Anáhuac, el vicio por el juego fue muy apasionado en todas las clases sociales.
Los naipes, los dados, los gallos y otras artimañas envenenaron el ambiente.
Jugaba el gran señor, jugaba el plebeyo, jugaba la dama, jugaba la tropa y jugaban también los niños.
En muchas ocasiones, los desplumadores terminaban en grandes escándalos, y el vicio cundía por todas partes dejando huellas difíciles de exterminar.
Así pasaron tres siglos expidiéndose cédulas reales, bandos y decretos muy severos y ni leyes terminantes sirvieron para atenuar el arraigado vicio por el juego.
En el año de 1767, don Francisco Javier de Sarria presentó un proyecto al virrey marqués de Croix y al visitador general don José de Gálvez, para establecer una lotería que abarcara todos los dominios de la corona española y para todas las clases sociales.
El proyecto fue enviado al rey Carlos III, quien lo transmitió a su ministro don Miguel de Muzquiz para su estudio. Se tomaron datos sobre las loterías oficiales de Londres y Holanda, concluyendo en aceptar el proyecto del virreinato de la Nueva España, llegando tal noticia en abril de 1770 a la ciudad de México.
Después se formularon planes y reglas sobre el manejo del nuevo giro, la impresión de billetes, la habilitación de un edificio para ponerlo en movimiento y el 7 de agosto de 1770 el virrey marqués de Croix por bando manda a publicar el decreto en el cual se establece la Lotería Real.
(Tomado de: Casasola, Gustavo – 6 Siglos de Historia Gráfica de México 1325-1976. Vol. 2. Editorial Gustavo Casasola, S.A. México, 1978)
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