Sementeras y jardines nadantes en el lago mexicano.
El modo que tuvieron de hacerlas y que hasta hoy conservan, es muy sencillo. Forman un gran tejido de mimbres o de raíces de enea que llaman tolin y de otras hierbas palustres, o de otra materia leve, pero capaz de tener unida la tierra de la sementera. Sobre este fundamento echan algunos céspedes ligeros de los que sobrenadan en la laguna, y sobre todo cieno que sacan del fondo de la misma laguna. Su figura regular es cuadrilonga; su longitud y latitud es varia, por lo común tendrán, a lo que me parece, de 25 a 30 varas de largo, de 6 a 8 de ancho y como un pie de elevación sobre la superficie del agua. Estas fueron las primeras sementeras que tuvieron los mexicanos después de la fundación de México; las cuales se multiplicaron después excesivamente y servían, no solamente para el cultivo del maíz, del chile o pimiento y de otras semillas y frutos necesarios para su sustento, sino también para el de las flores y plantas odoríferas que se empleaban en el culto de los dioses y en las delicias de los señores.
Al presente siembran en ellas hortalizas y flores. Todas estas plantas se logran bien, porque el cieno de la laguna es fertilísimo y no necesita del agua del cielo para sus producciones. Algunas de estas sementeras tienen uno u otro arbolillo, y aun una chozuela en donde se resguarde el cultivador de los ardores del sol y de la lluvia. Cuando el dueño de una sementera, o como vulgarmente la llaman, chinampa, quiere pasarse a otro sitio por librarse de algún mal vecino o por estar más cerca de su familia, se embarca en su canoa y se lleva a remolque su sementera o huertas a donde quiere. La parte del lago en que están estas huertas nadantes es uno de los paseos más deliciosos que tienen los mexicanos, en donde perciben los sentidos el más dulce placer del mundo.
(Tomado de: Francisco Javier Clavijero - Historia antigua de México)
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