sábado, 24 de noviembre de 2018

Joaquín Cantolla y Rico

 
 
 
La gran ascensión

de Don Joaquín Cantolla y Rico

(Anónimo)
 
Corrido cantado por don Chepito
Mariguano en la capital de México
 
Don Joaquín de la Cantolla
aeronauta singular,
el domingo va a subir
en su globo original.
 
Nunca pierde don Joaquín
la ocasión que se presenta,
y las veces que ha ascendido
son mucho más de noventa.
 
Tanto y tanto sube y baja
al traste dará con él,
y el día menos pensado
con alas va a amanecer.
 
Es el aire su elemento,
allí come, fuma y ronca,
en México no se ha visto
otro que iguale a Cantolla.
 
El mundo entero lo envidia,
los muchachos sobre todo
pues quisieran a porfía
de su canasto ir a bordo.
 
Recibe cartas a miles
pero él a todas desprecia
su globo es lo que le importa
lo demás es paja y tierra.
 
Es cierto que tiene amores,
pero es con los zopilotes,
que allá arriba lo visitan
y le dicen tiernas cosas.
 
En domingo en la mañana
gran ascensión nos ofrece
vitoreando a nuestra patria
y a todo lo que se eleve.
 
Alboroto como pocos
hay para aquella ascensión
pues tiempo hace no se mira
tan bonita diversión.
 
A todos los reservistas
también dedica su fiesta,
don Joaquín de la Cantolla
para que le armen la gresca.
 
Quisiera poder llevar
a la altura a todititos
para que vieran las guerras
que allí hacen los pajaritos.
 
La ascensión será magnífica
en esto no hay que dudar,
así es que vayan puntiales,
cuidadito con faltar.
 
Ya saben bien, a las doce,
se arrancará don Joaquín
de la vil tierra que pisa
para el céruleo confín.
 
Cara a cara al sol verá
como águila que ya es,
fíjense en sus facciones
y me lo dirán después.
 
Con tanto y tanto subir
a ese cielo renombrado,
ojos, narices y boca
se le han ido transformando.
 
De repente lo veremos
al señor Cantolla y Rico
por los espacios subir
con su culebra en el pico.
 
El domingo se promete
llegar al centro del Sol;
y llegará hasta la Gloria
si no se vuelve carbón.
 
Inter tanto desde aquí
exclamaremos un grito:
¡Viva México! Y que viva
don Joaquín Cantolla y Rico.
 
Don Joaquín de la Cantolla y Rico, nacido en la ciudad de México el 25 de junio de 1829, estudió en el Colegio Militar y después vivió de su trabajo como telegrafista.

Lo poco que Cantolla sacaba como telegrafista, lo invertía en su pasión: los globos aerostáticos.

Cantolla diseñó y fabricó tres globos: el Moctezuma I, el Moctezuma II y el Vulcano.

Las múltiples ascensiones de Cantolla, con sus triunfos y accidentes, en las fiestas de la ciudad de México, provocaron: admiración, burlas, y fama, siendo inspirador de: canciones, poemas, caricaturas, zarzuelas y corridos. A pesar de todo, Cantolla es considerado como uno de los pioneros de la aerostática nacional.

Cantolla murió el 25 de enero de 1914, luego de su última ascensión en un globo de gas, propiedad de Alberto Braniff. El corrido de La gran Ascensión fue compuesto de ocasión de una elevación realizada durante una fiesta en el año de 1902.

(Tomado de: Antonio Avitia Hernández- Corrido Histórico mexicano (1810-1910) Tomo I)
 
 
 
 

[Ascensiones en globo durante 1896-1900: Don Joaquín de la Cantolla y Rico]
 
[…] El afán de diversión de las clases bajas seguía insatisfecho y no era extraordinario que cualquier espectáculo novedoso las llevara a empeñar alguna prenda y que las conmemoraciones cívicas significaran verdadera explosión de alegría.

Por ello no fue raro el éxito de las ascensiones aerostáticas de don Joaquín de la Cantolla y Rico, y las exhibiciones cinematográficas. No sabemos cuántas ascensiones realizó De la Cantolla en el cuatrienio [de 1896 a 1900]. Lo cierto es que el Ayuntamiento le había negado los permisos durante años y se los volvió a conceder a fines de 1898.

Las ascensiones se efectuaban en las plazuelas o en los circos. A éstos se les quitaba la cubierta para que el globo quedara en completa libertad. Mediante un horno instalado ex profeso en el centro del ruedo, lo inflaban con humo. Desde mucho tiempo antes de la hora señalada para la ascensión, se juntaban verdaderas multitudes. Se instalaban en sitios aledaños y sobre las azoteas. A los cinco mil espectadores que normalmente se reunían, se agregaban los que desde las azoteas de su casa contemplaban el espectáculo; era, ciertamente, un número incalculable. El espectáculo se efectuaba los domingos o días de fiesta, 5 de mayo o 16 de septiembre; es decir, cuando acudían visitantes de los alrededores de la ciudad.

De la Cantolla y Rico era en sí un poema, con todo un ritual para sus ascensiones: un traje especial entallado, color café y azul oscuro, con cachucha de ciclista y al llegar a su máxima altura, desplegaba una bandera obsequiada por la emperatriz Carlota. El espectáculo contó con el entusiasmo de la multitud que le gritaba:

¡Viva el señor De la Cantolla! ¡Viva el águila mexicana! ¡Viva la autonomía de la patria! ¡Viva la libertad de Anáhuac independiente!

La multitud seguía con los ojos el trayecto del viajero y caminaba en dirección al punto del descenso. Casi siempre unos jinetes seguían al galope su llegada a tierra, en ocasiones de lo más accidentada. Alguna vez cayó en un tragaluz, otras en las obras del drenaje o en los lodazales:

El globo se lanzó a las alturas llevando en la barquilla al impertérrito “explorador de los espacios” y cuando ya no pudo subir más, cuando llegó a su máxima elevación quedó el “Moctezuma” en suspenso como las obras del drenaje, y vimos al aeronauta así como del tamaño de una sardina, agitarse en su trono celeste, y darse viento con una banderilla tricolor. El descenso fue solemne. Lleno de majestad casi voluptuosa… ¡Oh! Feliz aeronauta. ¿Dónde cayó?... ¡Qué importa! El señor De la Cantolla y Rico se parece al premio gordo de la lotería en que casi nadie sabe dónde va a caer. Su regreso fue casi un triunfo… las multitudes lo aclamaron, los gendarmes le abrieron valla y él hizo su paseo de gloria montado sobre una jaca vil, y recibiendo el hosanna de toda la turba multa de la plazuela… El domingo fue, pues, para el Salto del Agua, una reminiscencia del domingo de Ramos, con su acompañamiento de globos. [“Cantolla por los aires”, El Popular, martes 4 de julio de 1899]

Además de divertir a la gente con sus ascensiones, De la Cantolla, poseía un espíritu inquisitivo, “científico”. Afirmaba creer en el progreso y pretender el estudio de las capas atmosféricas. Uno de sus descabellados propósitos, fue el subir montado en un caballo, pero se le negó el permiso. Otra aspiración fue la de permanecer en lo alto el tiempo suficiente para tomar sus alimentos, pero tampoco se le concedió esa gracia.

El público no gozaba de este tipo de distracciones con frecuencia. En el transcurso de 1899 habría en total, unas diez, contando las de un norteamericano y una cubana, que puso en crisis el concepto de la feminidad de la prensa católica. Por tales motivos, cada ascensión constituía una novedad y las multitudes nunca decayeron en número.

(Tomado de: Aurelio de los Reyes: Los orígenes del cine en México (1896-1900). Colección Lecturas Mexicanas #61; Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 1984)

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