lunes, 3 de enero de 2022

La voz del fuego


El espectáculo terrible del fuego líquido que surge y se proyecta por los aires con el empuje que le dan las fuerzas ciegas desde el centro de la Tierra, puede usted verlo en un enorme cráter volcánico que mide casi dos kilómetros de diámetro (1,800 metros). Es la boca del ominoso Volcán de Fuego, el volcán de Colima, hermano del apacible nevado de Colima.

A una hora de camino por carretera, desde Atenquique, Jal., usted llega al pie del volcán. El camino hacia la cima es solamente practicable con un automóvil chico, de buena tracción.

Nunca olvidará usted ese recorrido, un poquitín peligroso pero sensacionalmente grato. Con el abismo a un lado y la lava quieta por el otro lado. De pronto, alto total mientras pasan los cendales de una nube. Queda usted suspendido casi en el vacío y dentro de un extraño silencio. Parece haberse detenido el movimiento del Universo. Luego, repentinamente se rasga el telón de la niebla y estalla la esmeralda del trópico abajo, en tanto se oye el ronco bufar de las bocas sulfurosas.

No hay mayor peligro. Hace mucho tiempo que el volcán de Colima no produce una erupción formal y no se cree que lo haga próximamente. Cuando su fuego y su lava y sus estremecimientos son mayores (como en 1913) sus cenizas llegaron más allá de la frontera con Guatemala. Este fenómeno se repitió recientemente el día 30 de enero de 1973.

Y por la noche el gran cráter de doscientos cincuenta metros de profundidad, se enrojece y surgen los tonos rojos del fuego que late abajo. Es un fascinante espectáculo terrible, de esos que hasta en los sueños se repiten para que la conciencia jamás los olvide.


(Tomado de: Möller, Harry. México Desconocido. INJUVE, México, D. F., 1973)

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