lunes, 6 de mayo de 2024

Lo Mauricio no quita lo Garcés

 


Vida y milagros | Semblanzas 

Lo Mauricio no quita lo Garcés 

por Arturo Páramo Rojas y Carlos B. R.


¿Quién fue en realidad ese personaje cuya imagen continúa vigente en el imaginario colectivo a pesar del tiempo transcurrido desde su última actuación? ¿En verdad era tan mujeriego como se rumoraba? ¿Cuál era su auténtica pasión? Un poco de todo eso se pretende responder en esta semblanza sobre uno de los íconos populares más notables de México. 

En el ocaso, Mauricio Garcés definió así su vida de actor: "Sólo faltan dos minutos para que se acabe mi partido; y todo el tiempo estuve en off side" Era 1982 y ya le pesaban los problemas pulmonares, estaba virtualmente retirado, sólo se presentaba en palenques, daba entrevistas en las que se le apreciaba cansino, agotado... vivía de la fama, en su caso: la "mala fama". 

Seguir los datos biográficos de Garcés no es tan difícil, su profusa filmografía -69 cintas- está reseñada en varios portales, pero su influencia solo se puede aquilatar con el paso de los años. La imagen del galán otoñal, hombre maduro, más allá del cuarentón, con cabello entrecano -tirándole a blanco- imagen exitosa, seductor a toda prueba, sin compromisos, amante de la moda, con fortuna salida de quién sabe dónde -inventada, incluso- con la firme promesa de pasarla bien a toda costa; está de regreso. 

Si no, dé un vistazo a los actores más cotizados en la actualidad -agregue el nombre del de su preferencia-: las canas venden. Los veinteañeros son obsoletos; Mauricio, "el criado bien criado", está en boga. Basta caminar por los barrios más in de la capital: se ve a pequeños "mauricitos" en bares y terrazas de las colonias Condesa y Roma haciendo lo imposible por no verse chavitos, con aire de "a ésta la hago pedazos", con ínfulas de haber recorrido mundo. Pero Mauricio sólo habrá uno. 

Siempre se consideró a sí mismo una rara avis. La biografía de Garcés está ligada a la diáspora libanesa que se asentó en México, a su tío José que era fotógrafo y conocía a miembros de la farándula; él le consiguió su primer papel en La muerte enamorada (1950), a los 24 años de edad. 

Mauricio Galán 

Aquellos inicios fueron un tormento para este hombre -nacido en Tampico, Tamaulipas, en 1926- que paulatinamente ganaba terreno en el cine nacional: "En la lucha estéril de extra grababa hasta diez películas al año", afirmaba Garcés en sus años de superestrella, cuando batía récords de taquilla en México y era el actor que generaba más ganancias en la industria. 

Treinta y seis películas y dos series de televisión -telenovelas- debieron transcurrir para que Mauricio Garcés puliera, a base de ensayo y error, al personaje del que ya no pudo disociarse. 

Cuenta la historia que Angélica Ortiz -madre de Angélica María- le dio el protagónico de Don Juan 67: Mauricio Galán. Antes tuvieron que recapitular toda la saga de Mauricio, recortar el bigotillo, peinar perfectamente las canas, trabajar ese desenfado y apabullante seguridad, el tono de voz, la vestimenta a la medida, para dar con el alter ego: "Galán otoñal, elegante, mundano..." y con un gran sentido del humor. 

A partir de ahí Garcés se convirtió en el seductor más cotizado de latinoamérica. Filmaría en España, Ecuador, República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela. En Italia aseguraban que poseía el talento de Vittorio Gassman y desplegaba la personalidad de Marcello Mastroianni. 

Una máquina de hacer dinero 

Hacia 1968 Garcés estaba en la cima de la fama, sólo comparada con la altura que una década antes alcanzara Pedro Infante. Su ritmo de trabajo era tan intenso que durante el rodaje de Click, fotógrafo de modelos (1968), se desmayó por agotamiento en el plató. 

Fue llevado a la enfermería, se le aplicó un estimulante para el corazón y después de dormir un rato regresó a filmar. No había oportunidad de descanso. La máquina de hacer dinero no podía detenerse. 

En noviembre de 1969, al publicarse la lista de las películas más taquilleras, tres de sus filmes eran exhibidos simultáneamente y siete estaban aún a la espera de fecha de estreno. Según este reporte Olimpiada en México fue la más taquillera, seguida del melodrama Cuando los hijos se van, y en fila seguían sus cintas: El matrimonio es como el demonio (1967) Las fieras (1968), El criado malcriado (1968), 24 horas de placer (1969), y Modisto de señoras (1969). A Garcés le llovían papeles, mujeres, viajes, entrevistas, reconocimiento, cariño del público... y polémicas. 

Ave de tempestades 

A ese tampiqueño, estereotipo del Casanova moderno, con bata y gazné de seda, fumador, bebedor inquebrantable, sexualmente hiperactivo y querendón, le sobraban enfrentamientos con sus compañeros actores, con productores y directores: él mismo se sabía insoportable. 

Atizaba contra lo que se moviera. Contra el cine de charros, declaró: "Todavía el cine mexicano no ha superado el tema de las rancheras, las pistolas, las cantinas y se sigue pensando que la atracción es el cantante de moda. Creo que es el momento en que se vea al cantante como apoyo, no como atracción. Esto me va a costar por lo menos algunos contratos, pero no puedo negar lo que existe. Soy muy bravo por eso me temen los productores”.

En 1970, por una polémica con el director teatral español Álvaro Custodio, Garcés montó en cólera: "Ese señor no ha pagado el buen recibimiento que se le ha dado. Sobre que el presupuesto al teatro es mínimo, lo dijo para quedar bien". Y se siguió de filo contra los actores mexicanos y contra él mismo: "Dijo Custodio que a los mexicanos nos faltaba disciplina. Reconozco que los artistas españoles han adoptado la disciplina teatral para filmar, en México no somos tan puntuales ni disciplinados, siendo yo el primero”.

De la voracidad de los productores y la sobreexplotación de su imagen en las salas de cine también se quejó: "Siempre estoy jugando a policías y ladrones o a algo, y la gente se ríe. Por eso [el público] no se cansa. Si el público llegara al aburrimiento no sería por mi culpa; los productores podrían espaciarlas [las películas]”.

Sus amores 

Respecto al eterno cuestionamiento de su soltería respondía: "Aún no encuentro a la mujer de mis sueños, y entre más conozco más cuenta me doy de lo difícil que es. Si es difícil encontrar amigos, debe ser más difícil encontrar una mujer”.

Se inventaron muchos rumores alrededor de las personalidades con quienes compartió créditos en sus cintas o sólo porque alguna vez se les sorprendió juntos en alguna reunión o en su infaltable hipódromo: Elsa Aguirre, Elsa Cárdenas, Regina Torné, Norma Nazareno, Jaqueline Andere, Angélica María, Gina Román, Sandra Boid, Rosángela Balbó, Lorena Velázquez, Teresa Velázquez, Sonia Furió o incluso Silvia Pinal, de quien sí estuvo profundamente enamorado. 

A partir de su papel en Modisto de señoras (1969), se rumoró que era homosexual por "lo natural que le salió el personaje". Cuestionado por esto, el mismo Mauricio bromeaba: "El otro día un señor me sacó a bailar... "Le aventé los aretes y lo empecé a agarrar a bolsazos!”.

Lo único confirmado es que su "único amor incondicional" -para completar el cliché del estereotipo del don Juan mexicano- fue su madre; con quien vivió hasta sus últimos días y a quien dedicó sus principales atenciones. 

Una vida de excesos 

Se sabe que Garcés era ludópata: adicto al juego y que por ello se "desaparecía" por temporadas; se encerraba a perder -o ganar, según la suerte- auténticas fortunas en el póquer y las carreras de caballos; cualquier tipo de apuesta o contienda lo extasiaban: era su verdadero placer. 

Decía el ventrílocuo Carlos Monroy, creador de los muñecos Neto y Titino: "[siempre] en Las Vegas me lo encontraba jugando sonriente". Su vicio por el juego era de tal magnitud que una vez arrebató a una de sus sobrinas el juego de backgammon furioso porque no podía ganarle la partida a la niña y tiró el estuche en un barranco. 

Jugar y fumar formaban parte de su indumentaria y personalidad. Y la vida se lo cobró. El vicio del cigarro le produjo un enfisema pulmonar que se agravó con los años. Pese a la fama nunca pudo grabar comerciales de televisión y su voz debía ser doblada por León Michel, Jorge Zúñiga o Isidro Olace porque, además, nunca obtuvo la licencia del locutor. Por su parte, Juan Carlos Calderón, el legendario periodista de espectáculos, decía que "Garcés era el hombre más rico de México, si por riqueza se entiende el cariño del público”.

Un mito atemporal 

Siendo el actor más taquillero durante una década, Mauricio Garcés no fue reconocido con premios de la industria sino hasta su ocaso, en 1986, cuando la comunidad artística la rindió un gran homenaje en vida. 

Con la debacle del cine mexicano, cuando comenzó el llamado "cine de ficheras", Garcés prefirió excluirse: "Me ofrecieron un papel estelar en una película y el personaje era tan asqueroso que dije que sólo la haría por diez millones de dólares. Porque si lo aceptaba no tendría cara para enfrentarme a mi familia, al público, y a mis amistades; y ese dinero me bastaría para irme del país y no volver”.

Este "zorro plateado" siempre tuvo claro a quién se debía: "Ser el más taquillero era una pluma en el sombrero y el sombrero me lo quito ante el público”.

El periodista Ricardo Rocha -quien lo convenció de hacer una de sus últimas apariciones en TV- lo describe así: "En realidad era un tipo muy moderado: jamás lo vi beber; era muy cuidadoso con su alimentación. Era muy disciplinado contra lo que proyectaba en sus películas. Siendo el prototipo del "galán" en realidad fue el "antigalán" porque no era guapo, si lo comparas con los galanes de la época -los hermanos De Anda, Jorge Rivero, Andrés García-. Si lo analizas fríamente más que guapo era chistoso. Creo que su encanto radica en que hizo posible "el galán que todos podíamos ser" si nos expresábamos y presentábamos de cierta manera: ejerciendo el arte de la seducción. Sin duda Mauricio es el gran ejemplo de que "rollos sí mata carita". Y tal vez por eso nos cae tan bien, porque sabemos que es un cuate como cualquiera, pero que su encanto radica en su ingenio y su seguridad. Aparte de Tin Tan y Pedro Infante, se ha comprobado que Garcés es de los contados personajes que, si te lo topas mientras haces zapping al ver TV, te detienes a verlo”.

De ser un extra sin esperanzas Mauricio encabezó el escalafón del cine nacional; sus cintas aún se transmiten por televisión, se pueden ver en YouTube y con frecuencia se proyectan ciclos de ellas. Sus frases "Arroooozzz" -zorra al revés-, "Las traigo muertas" y "Te voy a hacer pedazos", son marca registrada. 

A pesar de los papeles que le asignaron -de los cuales se quejó amargamente-, Garcés supo imponer su estilo porque, en el fondo, era un gran actor con una simpatía arrolladora y una extraordinaria capacidad de improvisación que pervive en los diálogos de sus películas y que no dejan duda de lo bien que tenía dominado su personaje: "Les tengo una excelente noticia: ya llegué”.

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Arturo Páramo Rojas es reportero urbano desde 1994; ha colaborado en el diario Reforma y ahora escribe reportajes e investigaciones para Excélsior, Cadena 3, Reporte 98.5 e Imagen donde también es comentarista. Hijo de la UNAM. Padre de Pedro. 

Carlos B. R. es el director editorial de esta revista, sígalo en Twitter como @alguienomas


(Tomado de: Páramo Rojas, Arturo, y B. R., Carlos - Lo Mauricio no quita lo Garcés. Algarabía #120, Año XIV, Editorial Otras Inquisiciones, S.A. de C.V. México, D.F. 2014)

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