viernes, 15 de junio de 2018

Ramón López Velarde

Ramón López Velarde



(Jerez, Zacatecas, 15 de junio de 1888 – México, 19 de junio de 1921)

Estudió en los seminarios de Zacatecas y Aguascalientes. Se recibió de abogado en San Luis Potosí. Pasó en la capital los siete últimos años de su vida. Fue profesor de literatura y colaboró en casi todas las publicaciones de la época. Al día siguiente de la Revolución, López Velarde descubre la “novedad de la patria”. Pero su nacionalismo es fruto de su estética y no a la inversa. Pugna por hallar un lenguaje único que lo exprese. Busca, en el desamparo, un trasmundo en que se concilien los elementos opuestos que lo desgarran.

Sus mejores poemas logran crear ese idioma propio, nacido del brusco encuentro entre el coloquio mortecino de las tardes provincianas y los últimos fuegos artificiales del modernismo.

Al lado de José Juan Tablada, Ramón López Velarde inicia entre nosotros la poesía contemporánea: la tradición de la ruptura. No utiliza las formas que heredó sino que corre el riesgo de inventar otras. Muy pocos después de él han logrado unir el movimiento de lo moderno universal con la inmóvil fidelidad a lo genuino mexicano. Pero su poesía es irrepetible; no podemos volver a ella porque es nuestro único punto de partida.

Libros de poesía:

La sangre devota (1916 y 1941).
Zozobra (1919).
El son del corazón (1943).
Poesías escogidas (1935).
El león y la virgen (1942).
Obras completas (1945).
Poesía, cartas, documentos e iconografía (1952).
Poesías completas (1953).


(Tomado de: Octavio Paz, Alí Chumacero, et al: Poesía en Movimiento, II)






jueves, 14 de junio de 2018

La Herbolaria

La Herbolaria



Dentro de los mercados hay jardines en primavera y bosques antiguos en perpetuo invierno. Estos bosques son los de las yerbas, que vienen del tiempo indígena en que la gente, sin complicaciones presuntuosas, se curaba con la sencilla hechicería de la naturaleza.

La yerbera -herbolaria dicen los diccionarios- es la durmiente de un bosque de mil años; raíces y ramas petrificadas, hojas y flores de ceniza. Cuachalate para la úlcera; doradilla para la vescícula; cola de caballo para los riñones; boldo, un té en ayunas, para la bilis; flores de azahar y naranjo para los nervios; semillas de sulemán para las reúmas, los calambres y el dolor de huesos por el frío; grangel para la vejiga; tumbavaquero para el insomnio; polvo de culebra para la sangre…


Ay, marchanta! ¿Qué haré con mi muchacho?  No puedo quitarle lo empachado.

Y la yerbera:


-¡Um! Para el empacho no hay como la lengua de vaca con una cortecita de viuchito; tres cogollitos de guayaba y de Durazno; una cascarita de lo blanco del mesquite y una rama de yerbabuena. Se hierve todo y se toma en ayunas. Eso y con untarle al muchacho manteca con flor de ceniza. Luego le jala el cuerito de la rabadilla, y cuando truena, ya salió el empacho….¡Ah, y no deje de ponerle su ojo de venado con un collarcito, pa’que no vuelvan a hacerle mal de ojo!...


Hay que ver a la yerbera, perdida en su follaje y breñal milagroso, entre canastos, paquetes, haces de ramas y montes de raíces y flores secas. “Concha nácar para las cicatrices; flor de yoloxóchitl para el corazón”…


(Tomado de: Ricardo Cortés Tamayo (Texto) y Alberto Beltrán (Dibujo) – Los Mexicanos se pintan solos)




miércoles, 13 de junio de 2018

Hernando Alvarado Tezozómoc






Nació y murió en la Ciudad de México (hacia 1520 – hacia 1610). Hijo de Diego Huanitzin o Diego Alvarado Huamitzin, conocido en los Anales de Cuautitlán por Diego Panitzin, individuo de alta alcurnia y él mismo descendiente directo de Axayácatl, rey de México y de Francisca Moctezuma, hija de Moctezuma II, noveno señor de México. Entre 1598 y 1609 estuvo dedicado a la elaboración de dos crónicas: la Mexicana en castellano y la Mexicáyotl en náhuatl. En 1598 era intérprete o nahuatlato (“farante” o “lengua” como también se les llamó), de la Audiencia real de México, funciones en las que le correspondió suscribir el Papel de Tierras de Huauhquilpa, en el que se asienta ese cargo.




La Crónica Mexicana comprende desde los orígenes de la tribu mexica en Aztlán hasta el momento en que Hernán Cortés llegó a Tlaxcala. La editó Manuel Orozco y Berra (México, 1878), y de nueva cuenta la Editorial Leyenda (México, 1944). La Crónica Mexicayotl (Señorío de los mexicas) cuyo manuscrito se halla en el Museo Nacional de Antropología, empieza asimismo en Aztlán, en 1064, año en que, según él, los mexica emprendieron su largo peregrinar, y termina en 1531. Es, según dice el propio Tezozómoc en el prólogo, “la tradición y la herencia que dejaron los ancianos a sus descendientes”, La cual él puso por escrito “para que nunca olviden la historia de la gran ciudad y sus pobladores”. La publicó Eugene Boban en Documents pour servir a L’Historie du Mexique, Catalogue raisonné de la Collection de M. E. Eugene Goupil (Ancienne de J.M. A. Aubin), en París, en 1891.




Otra edición es la traducida del náhuatl al castellano por Adrián León (México, 1949). No toda la obra es suya; Wigberto Jiménez Moreno, Adrián León y Paul Kirchoff han señalado que la segunda parte de la Crónica (pp. 78-177) la escribió Domingo Francisco de San Antón Muñón Chimalpahin.




Tezozómoc es el adalid del pueblo mexica, al que considera superior bajo todos los aspectos a los acolhua o tezcocanos. El historiador Alva Ixtlixóchitl es la contrapartida: según él, los acolhuas fueron los maestros de los mexica, que nunca hubiesen sobrevivido sin el apoyo de los soberanos chichimecas tezcocanos.


(Tomado de: Enciclopedia de México)

martes, 12 de junio de 2018

Emilio Azcárraga Vidaurreta

Emilio Azcárraga Vidaurreta



Nació en Tampico, Tamaulipas, en 1895; murió en Houston, Texas, en Estados Unidos, en 1972. Hizo sus estudios primarios en Piedras Negras, Coahuila, y los secundarios en Estados Unidos. Fue dependiente, agente viajero y representante de empresas zapateras, distribuidor de automóviles, concesionario de la Compañía Víctor y, en 1927, fundador de una casa grabadora de discos que editó con gran éxito un catálogo de canciones mexicanas. En 1930 fundó la radiodifusora XEW –de 5 mil vatios de potencia inicialmente y después (1972) de 500 mil-; en 1938, la XEQ; en 1951 el canal 2 de televisión que junto con los canales 4 y 5 formaron Telesistema Mexicano en 1955. En todas estas estaciones se han dado a conocer y consagrado multitud de artistas. Además, promovió y regenteó la construcción de los estudios cinematográficos Churubusco (1944) y de los cines Bucareli, Bahía, Apolo, Popotla, Estadio y Arcadia. Fue miembro de la Comisión Consultiva de Radiodifusión y del primer Consejo Directivo del Instituto del Seguro Social. En 1950 y 1964 ocupó la presidencia de la Asociación Interamericana de Radiodifusión.

(Tomado de: Enciclopedia de México)

lunes, 11 de junio de 2018

Axayácatl

Axayácatl


Sexto señor de los aztecas, sucedió a su padre, Moctezuma I, en 1469; murió en 1483. Su nombre significa Máscara de agua.

Bajo su reinado se amplió el dominio tenochca. De temperamento guerrero y audaz, atacó ante todo el vecino reino de Tlatelolco, famoso por su gran mercado y rival de Tenochtitlan por sus pretensiones religiosas, que lo llevaron al intento de edificar un gran santuario a Huitzilopochtli, dios de la guerra. Axayácatl mató con su propia mano a Moquihuix, último rey de los tlatelolcas, en el Templo Mayor de la ciudad (1473). Pretendió, sin éxito, dominar a Tlaxcala. En una expedición guerrera a los Altos de Toluca, participó personalmente en la batalla, pero un guerrero matlatzinca le hirió tan gravemente una pierna, que el rey quedó cojo. Posteriormente realizó otras expediciones que afirmaron el dominio azteca en la región de los huastecos; reunió riquísimo botín en oro, plata y joyas de todas clases, que habían de caer en manos de los soldados de Cortés. Murió a la edad de 30 años. Le sucedió su hermano Tizoc.

Bajo Axayácatl las artes religiosas llegaron a su máximo desarrollo. En esa época se labró la gran Piedra del Calendario, que pesa más de 20 toneladas y tiene un diámetro de 4 metros. Durán (Historia I), Torquemada (Monarquía Indiana I), Tezozómoc (Crónica Mexicana) y otros historiadores ofrecen numerosos datos sobre el reinado de Axayácatl. Su nombre tiene las variantes de Axayaca, Axayacatzin, (Mendieta), Axáyatl (Sahagún), Jayacazi (Relación de Ichcateopan) y formas similares. Se atribuye a Axayácatl un poema elegíaco en celebración de Itzcóatl. He aquí la traducción del doctor Ángel María Garibay K.:


Tú festejado eres, divinos hechos hiciste.
Pero quedaste muerto donde el camino se tuerce.
Hechos desoladores hiciste.
No sin razón, dijo un hombre:
“El que persiste llega a cansarse:
ya a nadie sostiene en vida el que da la vida.”
Día de llanto, día de lágrimas:
triste está tu corazón.

(Tomado de: Enciclopedia de México)

jueves, 7 de junio de 2018

Tomás Méndez

Tomás Méndez Sosa



Nació en Fresnillo, Zacatecas. Allí compuso sus primeras canciones inspiradas en el paisaje y las costumbres de su tierra. Animado por la aceptación de sus melodías se trasladó a Ciudad Juárez. Luego decidió radicar en la capital, donde estudió canto y guitarra a la vez que trabajaba como auxiliar de un productor radiofónico.

Unos años después conoció a Los Tres Diamantes, a quienes acompañó, como maestro de ceremonias, en una gira por Estados Unidos y Cuba. En 1952, de regreso en México, triunfó con sus canciones La Luna dijo que no, Habana, Que me toquen las Golondrinas,




 Gorrioncillo pecho amarillo, Tres días, Puñalada trapera, El tren sin pasajeros, Las rejas no matan,



Huapango torero, y Cucurrucucú Paloma,



que alcanzó un éxito internacional. Sus principales intérpretes fueron Pedro Infante, Javier Solís, Lola Beltrán, Amalia Mendoza, Lucha Villa y Miguel Aceves Mejía. Trabajó en televisión como escritor de libretos para algunos programas folclóricos, entre ellos Dos gallos de palenque. A lo largo de su carrera recibió numerosos homenajes, trofeos, diplomas y Discos de Oro.

(Tomado de: Moreno Rivas, Yolanda - Historia de la Música Popular Mexicana. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Alianza Editorial Mexicana. México, D.F., 1989)

miércoles, 6 de junio de 2018

Bautista Antonelli

Bautista Antonelli



Ingeniero militar italiano al servicio de España. Propuso trasladar el puerto de Veracruz de la Antigua a la playa conocida entonces como Buitrón, frente a Ulúa. En 1590 proyectó y dibujo un camino de Veracruz a la ciudad de México por Orizaba, Tepeaca y Puebla. Planeó además la reconstrucción del castillo de San Juan de Ulúa y supervisó durante 8 años (1591-1599) los trabajos, que fueron elogiados por Samuel Champlain, cuando este famoso explorador, primer gobernador francés de Canadá, visitó Veracruz.


(Tomado de: Enciclopedia de México)

martes, 5 de junio de 2018

El Bombero

El Bombero



“¡Ay bomberoo!, ¡ay, bomberoo!, ¡Échame agua que me muero!”… pedía la vieja canción.

Alberto conoce a la respetable señora suegra de un bombero:


-Si viera usted cómo sufre mi hija… la pobrecita…


-Ya lo creo, señora –le contestó Alberto- con el peligro constante en que vive su esposo…


-¡No señor!: mi hija tiene su alma en pena porque a mi yerno lo persiguen las rogonas!... y él que no se hace del rogar… yo ya se lo decía a mi hija…


Ha de ser –filosofamos Alberto y yo- porque los que viven vida peligrosa se sienten impulsados a darle vuelo a la hilacha…


Ayer fue Día del Bombero… y esta ciudad de México de tan atareados habitantes. Y si no fuera así tenga usted por seguro que el 22 de agosto éstos formarían cola frente a las estaciones donde nomás relumbran las bombas de los bomberos, para darse el gusto de estrecharles las manos y a golpes de voz cortadas por la cariñosa emoción, decirles:


-¡Señor bombero, que viva usted muchos años!...


Porque, para no andarse con rodeos, allí tiene usted los desfiles militares: a los granaderos les rechiflan; al paso de los bomberos la muchedumbre se revienta las manos aplaudiéndoles. Y véale usted entonces los ojos a la multitud: los tiene orlados de húmeda emoción alegre. El bombero es de veras héroe del pueblo y su arrogancia, su vistoso uniforme, su casco deslumbrante, sus carros rojo y metal que pasan echando chispas, de lustrosos, no parecen chocantes sino al revés: imanes de la simpatía. Al pueblo le subyuga su sencillo heroísmo, que para cumplir con su deber no distingue de una cabaña y un palacio.


¡Los bomberos! Y corre la chiquillería y se asoman las mujeres “rogonas” que han de sentir que se les chamusca el corazón. Y el pueblo los ve pasar como cuatitos del alma…


(Tomado de: Ricardo Cortés Tamayo (Texto) y Alberto Beltrán (dibujo) – Los Mexicanos se pintan solos)


lunes, 4 de junio de 2018

José Juan Tablada

José Juan Tablada



(México, 3 de abril de 1871 – Nueva York, 2 de agosto de 1945)


Modernista en su primera etapa –de aquí tal vez hereda el gusto por la palabra, la aventura y el viaje; la noción del arte como cambio perpetuo- José Juan Tablada defendió esta corriente en la revista Moderna (1898-1911). En 1900 fue al Japón. Desde entonces se interesó en “el ejemplo naturalista de los japoneses” cuya estética permite no una copia sino una “interpretación plástica” de la naturaleza.

En 1914, al caer Victoriano Huerta, se exilió en Nueva York. Primer mexicano que habló con discernimiento del arte prehispánico y del popular, compañero y guía de López Velarde, amigo y defensor de los pintores Orozco, Rivera y tantos otros, Tablada inicia nuestra poesía contemporánea e introduce el haikú en lengua española. Da libertad a la metáfora antes que los ultraístas, escribe poemas ideográficos casi al mismo tiempo que Apollinaire. Revela a los futuros “Contemporáneos” un nuevo sentido del paisaje, el valor de la imagen, el poder de concentración de la palabra. Su nombre está ligado además a una de las figuras centrales de la música moderna: Edgar Varèse. El compositor franco-americano escribió hacia 1922 una cantata, Offrandes, con un poema de Tablada y uno de Huidobro. Citamos este hecho –poco conocido entre nosotros- para subrayar el interés de Tablada por todas las manifestaciones de vanguardia, tanto en la poesía, como en la música y la pintura. Este poeta que descubrió tantas cosas espera todavía ser descubierto por nosotros.




Libros de Poesía:


-El florilegio (1899, 1904 y 1918)
-Al sol y bajo la luna (1918)
-Un día… (1919)
-Li-Po y otros poemas (1920)
-El jarro de flores (1922)
-La feria (1928)
-Los mejores poemas de José Juan Tablada (1943)


(Tomado de: Octavio Paz, Alí Chumacero, et al: Poesía en movimiento, II)




domingo, 3 de junio de 2018

Templo de Loreto, cd. de México



En el año de 1675, el padre Juan Bautista Zapata, trajo de Italia la venerada imagen de Nuestra Señora de Loreto, tocada de la original como ha sido costumbre hacer copias de los cuadros o esculturas célebres.

En un solar propiedad de don Alonso de Villaseca, ubicada en el barrio de Xacalteopan, levantó una modesta capilla para venerarla. Poco después el padre jesuita Juan Manuel de Salvatierra, mandó a construir una capilla (lugar que después fue  el baptisterio) siendo inaugurada en 1680.


El templo de Loreto fue construido rápidamente gracias a los donativos del capitán Juan de Chavarría y Valero, Caballero de la Orden de Santiago, la que fue terminada en el año de 1691.


Durante la epidemia del "matlazahuatl" que ocasionó millares de víctimas, la imagen fue llevada al templo de la Profesa.



Con el transcurso del tiempo, el templo se envejeció y amenazaba con venirse a tierra, el Conde de Boscoso a sus expensas se dedicó a reconstruirlo, habiéndole encargado la dirección de las obras a los arquitectos Tolsá y Paz, los que edificaron una hermosa cúpula.
Como el Conde había gastado $217,194.00 y las obras no se habían terminado, le encargó a su esposa la Marquesa de Castañiza que concluyera la obra, la que fue dedicada y consagrada el 29 de agosto de 1816.


Un error se había cometido en la construcción del edificio, el que se inclinó hacia el oriente, motivo por el cual estuvo cerrada desde 1832 hasta 1850, en que los ingenieros declararon que la obra en su desnivelación había encontrado su centro de gravedad y estaba segura, reanudándose los servicios públicos.



Nuestra Señora de Loreto, de origen italiano, es patrona de los navegantes. Refiere la leyenda que hace muchos años varios marinos sufrieron un naufragio, quedando abandonados en el mar sobre una frágil barquichuela. Los marineros quisieron dirigirse a tierra  a fuerza de remar con los brazos, pero a los pocos días les faltaron las fuerzas y los ánimos. Elevaron sus plegarias a la Virgen de Loreto, quien los oyó y les presentó sus propios brazos para que siguieran remando, gracias a lo cual continuaron remando y pudieron llegar a tierra sanos y salvos.

De acuerdo con esta leyenda se explica la razón por la cual Nuestra Señora de Loreto se ve sin brazos.


(Tomado de: Casasola, Gustavo – 6 Siglos de Historia Gráfica de México 1325-1976. Vol. 2. Editorial Gustavo Casasola, S.A. México, 1978)