martes, 5 de junio de 2018

El Bombero

El Bombero



“¡Ay bomberoo!, ¡ay, bomberoo!, ¡Échame agua que me muero!”… pedía la vieja canción.

Alberto conoce a la respetable señora suegra de un bombero:


-Si viera usted cómo sufre mi hija… la pobrecita…


-Ya lo creo, señora –le contestó Alberto- con el peligro constante en que vive su esposo…


-¡No señor!: mi hija tiene su alma en pena porque a mi yerno lo persiguen las rogonas!... y él que no se hace del rogar… yo ya se lo decía a mi hija…


Ha de ser –filosofamos Alberto y yo- porque los que viven vida peligrosa se sienten impulsados a darle vuelo a la hilacha…


Ayer fue Día del Bombero… y esta ciudad de México de tan atareados habitantes. Y si no fuera así tenga usted por seguro que el 22 de agosto éstos formarían cola frente a las estaciones donde nomás relumbran las bombas de los bomberos, para darse el gusto de estrecharles las manos y a golpes de voz cortadas por la cariñosa emoción, decirles:


-¡Señor bombero, que viva usted muchos años!...


Porque, para no andarse con rodeos, allí tiene usted los desfiles militares: a los granaderos les rechiflan; al paso de los bomberos la muchedumbre se revienta las manos aplaudiéndoles. Y véale usted entonces los ojos a la multitud: los tiene orlados de húmeda emoción alegre. El bombero es de veras héroe del pueblo y su arrogancia, su vistoso uniforme, su casco deslumbrante, sus carros rojo y metal que pasan echando chispas, de lustrosos, no parecen chocantes sino al revés: imanes de la simpatía. Al pueblo le subyuga su sencillo heroísmo, que para cumplir con su deber no distingue de una cabaña y un palacio.


¡Los bomberos! Y corre la chiquillería y se asoman las mujeres “rogonas” que han de sentir que se les chamusca el corazón. Y el pueblo los ve pasar como cuatitos del alma…


(Tomado de: Ricardo Cortés Tamayo (Texto) y Alberto Beltrán (dibujo) – Los Mexicanos se pintan solos)


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