Algunos años antes de que fuéramos testigos de las tribulaciones de Cleo en Roma, de Alfonso Cuarón, lo fuimos de la problemática de las mujeres contemporáneas en las figuras de Lola, Julia, Serena y Aurelia en Lola, Danzón, El jardín del Edén y Sin dejar huella; todas ellas salidas de la mente de María Novaro.
Heredera de los Novaro, propietarios de la que fuera la mayor editorial de Hispanoamérica (sí, la de los cómics de Novaro), María estudió cinematografía en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), fue asistente de dirección en varias cintas e hizo sus propios cortometrajes en Súper 8 y 16 mm antes de poder realizar Lola (1989), su ópera prima y cuyo guión ganó el financiamiento de Televisión Española en un concurso abierto para Latinoamérica. En la trama, Lola es una madre soltera de facto que lucha cada día por sobrevivir y por lograr estar con su hija en una ciudad de México que todavía se recupera del terremoto de 1985. Tras esta producción llegó Danzón (1991), la consolidación de Novaro en la era en que parecía renacer la industria del cine mexicano.
Si en algún momento se llegó a acusar a algunos directores de la época de oro de machistas o misóginos, el trabajo de María Novaro hace contrapeso a ese largo historial de cintas. Ella crea personajes femeninos que, de una manera u otra, logran salir adelante con las herramientas o recursos que tienen a la mano en entornos que ya de antemano son hostiles, como la frontera o ante una enfermedad como el alzhéimer (en Las buenas hierbas), o simplemente aquellos donde es mal vista "una mujer sola". Los libretos de Novaro han sabido sortear los problemas contemporáneos y no se quedó como la realizadora del nuevo cine mexicano ni cayó en la realización de comedias clasemedieras. Hoy en día es la directora del Imcine.
(Tomado de: Sánchez Noriega, José Luis, y Fuentes, Olivier - Muy interesante Data. Datos curiosos del cine. Mujeres tras la cámara. Editorial Gyl Televisa, S.A. de C.V., México, 2019)
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