Daniel Zaragoza el conocimiento del oficio
Daniel Zaragoza viene de una familia en la que el boxeo ha sido una pasión y una práctica comunes. Su padre, Agustín Zaragoza, fue boxeador profesional cuando la luz que emanaban los grandes ídolos de los años treinta, Casanova, Kid "Azteca" y Conde, oscurecía todo a su alrededor. Don Agustín, comentaría alguna vez, se dio cuenta de que no iba a trascender pero que lo que obtuviera de las tres o cuatro peleas semanales que realizaba en arenas pequeñas le ayudaría para sacar adelante a su familia.
Después vino su hermano Javier, quien se entusiasmó con la posibilidad de representar a México en la Olimpiada de 1968. Ese espíritu lo llevó a obtener la medalla de bronce en la división de los gallos. Esas dos experiencias sin duda animaron a Daniel a decidirse por la práctica de ese deporte.
En 1978 decidió asistir a las Olimpiadas y las próximas se realizarían en Moscú 1980. Llegar a los Juegos Olímpicos y ganar una medalla eran las metas que quería cumplir. En el camino de su preparación encontraría tres elementos fundamentales para su carrera: un amigo, Gilberto Román; un maestro, Rafael Beristáin, y -factor determinante- la fortaleza física y psicológica para llegar a ser un grande entre los grandes.
Las expectativas que llevaba a Moscú no se cumplieron. Si la decisión, en los inicios de su carrera, era sólo dedicarse al boxeo amateur, a su regreso y motivado por las buenas bolsas que le prometieron, determinó su entrada al profesionalismo. Debutó el 17 de octubre de 1980. Un día en que se preparaba para una pelea en puerta escuchó los gritos de "¡campeón! ¡campeón!" a la puerta del gimnasio. Eran para Pipino Cuevas, que había llegado. Se acercó a la ventana y vio un Corvette rojo estacionado: de él había bajado Cuevas. Daniel se prometió comprarse uno cuando fuera campeón. Siguió entrenando, ahora con más ganas.
Para 1982 y con cerca de 15 peleas en su cuenta, se coronó campeón nacional de los pesos gallo. Ya como tal, las buenas bolsas llegaron y las defensas se sucedieron hasta que el 4 de mayo de 1985 enfrentó, como retador al campeonato mundial de los gallos, a Freddy Jackson, en Aruba. Zaragoza recuerda la pelea: "Era como las tachuelas para el águila descalza, tenía un estilo que nunca se me acomodó... pero lo vencí, gracias a que yo ya me sentía campeón mundial y no me iba a quitar el gusto este peleador.”
En su primera defensa perdió por decisión ante el colombiano Miguel Happy Lora; tuvo problemas con la báscula: "Ya no marcaba [el peso y] tuve un error garrafal, tremendo... me metí a la división 15 días antes... es de las peores tonterías que se pueden cometer pues se tiene que seguir corriendo duro, entrenando duro y sin comer... llegué muy debilitado a la pelea.”
Hasta el 29 de febrero de 1988, recibió la revancha, ahora en peso súper gallo. La pelea era ante otro mexicano que había tenido años de mayor Gloria, Carlos Zárate. La pelea se llevó a cabo en California y Zaragoza lo noqueó en diez rounds. Perdió el campeonato después de cinco defensas, frente a Paul Banke, en abril de 1990.
Recibió su tercera oportunidad a los 34 años, contra el japonés Kyoshi Hatanaka. Daniel triunfó de nuevo y en Oriente el combate fue declarado la mejor pelea de la década. Perdió el título ante Tracy Patterson, el 25 de septiembre de 1993. El retiro estaba cerca. Pero, como Ave Fénix, volvió a ganar un campeonato mundial ante Héctor Acero; lo perdería finalmente ante otro mexicano. Daniel Zaragoza conquistó cuatro campeonatos mundiales, todos a base de disciplina y constancia.
(Tomado de: Maldonado, Marco A., y Zamora, Rubén A. - Cosecha de campeones. Historia del box mexicano II, 1961-1999. Editorial Clío Libros y Videos, S.A. de C.V., México, abril 2000)
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