lunes, 4 de octubre de 2021

Por los siglos de los siglos...

 


Estando la luna en cuarto menguante, y en ocasiones aún en plenilunio, centenares de animales empiezan a aparecer en algunas playas mexicanas. Permanecen en la zona donde rompen las olas en espera de otros animales rezagados. El agrupamiento va siendo cada vez mayor hasta que, en un tramo de cinco kilómetros aproximadamente, se congregan varios miles. Sólo entonces avanzan hacia la playa. Cumplen, con pasmosa puntualidad, una cita anual que, en muchos casos llega a tener sólo unos minutos de diferencia con respecto al arribo efectuado el año anterior.

¿De qué animales se trata? Dejemos la explicación a un reputado especialista: el profesor Archie Carr: "A través de una serie de modificaciones todavía no bien conocidas en detalle y de pocas de las cuales quedó constancia en los registros fósiles, fue evolucionando una curiosa e insólita criatura que, aunque conservó el viejo cráneo del cotilosaurio, poseía un pico córneo y desdentado, así como un cuerpo encorvado y retorcido encerrado en una especie de caja ósea sin paralelo en la Naturaleza."

Sí, tal como usted habrá discurrido, se trata de la tortuga; uno de los seres todavía desconocidos en muchos aspectos. Sus "arribazones" o llegadas, en oleadas de miles y miles, es uno de los espectáculos más extraños, intrigantes y admirables.

Por alguna misteriosa razón, los litorales marinos de México gozan de especial predilección por parte de las tortugas, turistas de un incógnito ultramar. Cinco distintas especies eligen un sitio particular entre Tamaulipas y Quintana Roo, en tanto, que otras seis diferentes cubren puntos situados desde la Baja California hasta Chiapas.

Su llegada anual origina una espectacular y frenética labor colectiva durante las cuales las tortugas excavan sendos agujeros, exactamente con las mismas medidas y profundidad, ponen sus huevos (a veces hasta cien cada ejemplar). Luego, concienzudamente, cubren con la arena totalmente el agujero y aplanan la arena con sus paletas. Ciertamente es singular la vista de una playa tan densamente cubierta de tortugas que bien se podría caminar, por kilómetros, sobre ellas sin tocar el piso. Simultáneamente se escucha un sordo, impresionante redoble, que es el golpear de las palas apisonando la arena. Finalmente, hacen falsas excavaciones en torno a la verdadera, para despistar a los enemigos naturales: coyotes, perros, cangrejos, gaviotas y... el hombre.

Una hora después de haber salido de las olas, vuelve a ellas la tortuga y se pierde en la inmensidad. Jamás conocen a sus críos. Éstos, que nacerán hacia los dos meses, conocerán la odisea de la supervivencia, desde la más absoluta e indefensa condición de recién nacidos, hasta su desarrollo total, cosa que sólo consiguen unas pocas. Las afortunadas, alcanzan pesos hasta de quinientos kilos. Las otras adquirirían la forma de un par de zapatos o una bolsa de "piel de cocodrilo" (de tortuga y no de otra cosa es el material vendido como de saurio). O se volverán "cecina de venado"... o salchichas... en el peor y más común de los casos, serán muertas por pescadores que no obtienen de ellas mayor provecho. (México es el primer país del mundo que ha puesto en marcha un programa de protección de las tortugas.)

Los lugares donde es posible ver el fascinante espectáculo sin igual de una arribada de tortugas (¿qué portentoso mecanismo las guías durante más de mil quinientos kilómetros en su viaje de regreso para desovar?) se ubican particularmente en Tamaulipas, en la Barra de Calabazas; en La Escobilla, Oaxaca; en Tlacoyunque, Guerrero, y en El Playón de Mismaloya, Jalisco. Agosto es justamente el mes en que ocurre la llegada de las tortugas, y cuando hablamos de muchos millares es en serio: entre la noche del 20 de agosto y el amanecer del día 22, de 1971, fueron ¡cien mil! las tortugas que llegaron a Mismaloya, Jal. Le aseguramos que quien haya visto este espectáculo jamás lo olvidará...


(Tomado de: Mollër, Harry. México Desconocido. INJUVE, México, D. F., 1973)




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