Texas Nuevo México California…
II
La tensión crónica entre los colonos y las autoridades mexicanas estalla por primera vez a fines de 1826. En diciembre de este año, Hayden Edward, concesionario norteamericano, tomó Nacogdoches y proclamó la "República Libre de Fredonia". Un mes duró la República. Poinsett explica a Washington que los colonos temían que el gobierno mexicano decretarse la liberación de los esclavos. La esclavitud estaba prohibida en México, pero había sido autorizada a los colonos. En los debates del congreso mexicano ya se culpa al gobierno de los Estados Unidos de haber provocado y estimulado el levantamiento. En octubre del año siguiente, el gobierno mexicano despacha a la frontera norteamericana una comisión al mando del brigadier general de Mier y Terán, encargada de examinar la situación en la región. El 14 de noviembre de 1829, de Mier y Terán informaba al ministro de guerra: "El departamento de Texas está contiguo a la nación más ávida del mundo". Aconsejaba que se reforzaran las guarniciones y se establecieran allí unas mil familias mexicanas. En enero siguiente insistía: "si no se suspenden los contratos de colonización a los norteamericanos, y no se vigilan las condiciones de los establecimientos, es necesario decir que la provincia se ha entregado ya a los extranjeros, definitivamente.". Y en otra vez: "La única defensa real de Texas es la ocupación permanente."
Pero la secuela más importante del conato separatista es la orden del presidente Adams a Poinsett -15 de marzo de 1827- para que aconseje la conveniencia de una nueva línea fronteriza, que resuelva por anticipado los problemas que se avizoraban ya para el futuro. Adams creía que el momento era propicio para tal gestión. Dos líneas sugería el presidente. La primera partía de la desembocadura del río Grande. La segunda, de la desembocadura del río Colorado. Estados Unidos estaba dispuesto a indemnizar a México. Un millón de dólares por la primera línea; medio millón por la segunda. El río fronterizo sería de libre navegación para los dos países. Un año más tarde, el 8 de enero de 1828, Poinsett informa al secretario de Estado Clay que si bien el gobierno central podía mostrarse inclinado a un arreglo fronterizo, no podía tomar decisión alguna sobre el territorio de un estado sin acuerdo con su gobierno y su pueblo, y como el gobierno del estado de Texas parecía poco dispuesto, sugería que se reconociera la frontera establecida por el tratado hispano-norteamericano suscrito en Washington en 1819 -tratado Adams-Onís o trascontinental-, pues de lo contrario se aumentarían las sospechas mexicanas contra los Estados Unidos. El 12 de enero, Poinsett suscribe un nuevo tratado obligando a su país a poner en ejecución el de Washington. El congreso mexicano lo ratificó en los meses inmediatos. La frontera del tratado de 1819 comienza en el Golfo de México, en la desembocadura del río Sabinas, y trepa zigzagueante hacia el noroeste, recorriendo a ratos el mismo Sabinas, el Colorado, el Arkansas, el San Clemente, los paralelos 32, 33, 33 1/4, 42 y 43, hasta el Pacífico.
Mas, Poinsett es hombre tenaz. Hasta la obstinación. Hasta la obsesión. El 10 de marzo de 1829 escribe el nuevo secretario de Estado, Van Buren: "El gabinete de San Jaime se nos había adelantado... El mismo presidente (el general Victoria) sentía gran parcialidad por esas relaciones... Creía que nosotros éramos los enemigos naturales de México... De acuerdo con el secretario de Relaciones Exteriores, Don Lucas Alamán, había formado un plan para negociar un nuevo tratado de límites por el cual nosotros íbamos a ser reducidos hasta la margen del Misisipí, pues creían que por el tratado de Washington habíamos injustamente privando a España de una gran porción de su territorio. Por lo tanto sorprendiéronse sobremanera cuando esta Legación no hizo objeción alguna a renovar las negociaciones sobre la totalidad del problema, con la declaración de que en ese caso los Estados Unidos tomarían como límite la línea del río Bravo del Norte, pues "las razones que los habían inducido a ceder España sus derechos a ese territorio no tenían aplicación a este país." Según este criterio, Texas, hasta el río Grande, se hallaba comprendida en la cesión de la Luisiana por Francia a los Estados Unidos en 1803, e indebidamente fue transferida por Estados Unidos a España por el tratado de 1819. De aquí que la anexión de Texas a Estados Unidos ahora, solo sería, en rigor, su recuperación, su reanexión. El reanexionismo era una postura meramente legalista, no diferente en el fondo del anexionismo esclavista. Henry Clay, por ejemplo, reanexionista, disputando la presidencia con Polk, declaró: "lejos de tener alguna objeción personal a la anexión de Texas, la vería con gusto, si se efectuara sin deshonor, sin ir a la guerra…"
Pero el tratado de límites de 1828 nació vinculado al primer tratado de comercio mexicano-norteamericano, del 10 de julio de 1826. Y en su oportunidad se vio como Estados Unidos apremiaba a México por la ratificación del tratado de comercio, y México a Estados Unidos por la del de límites, y como México frenaba el trámite de aquél mientras Estados Unidos no ratificase éste, y a la inversa. En el curso de estas negociaciones, el gobierno de México reclama a Poinsett contra la concentración de tropas norteamericanas en sus fronteras y Poinsett contesta que, aunque no había la menor intención de invadir territorio mexicano, resultaba natural que su gobierno situara tropas a lo largo de la frontera como medida de prevención, hasta que se ratificara el tratado de amistad y comercio, al fin y al cabo retrasado por culpa de México." Refiriéndose a los incidentes con los colonos norteamericanos, Poinsett agregó que "si los grupos que habitaban la frontera creían que podían continuar atacando las colonias norteamericanas, estaban completamente equivocados, pues los perseguirían, si era necesario, dentro del territorio mexicano" -Poinsett al secretario de estado Van Buren México, 22 de agosto de 1829.
El nuevo tratado se publica en Estados Unidos sólo cuatro años más tarde. Entonces el gobierno mexicano demanda de Washington la designación de los respectivos comisionados para la fijación de la frontera. Washington contesta que "el lapso de tiempo fijado para dicho nombramiento había finalizado en el mes de abril de 1832, y consideraba necesario hacer una convención de la que resultara un nuevo tratado..." -McLane, secretario de estado, a Butler, ministro en México. Washington, 12 de enero de 1834.
México insiste todavía a lo largo de 1834. Y cuando Forsyth llega al Departamento de Estado en reemplazo de McLane, el ministro mexicano en Washington, Castillo y Lanzas, le historia el problema e insiste en la designación de los comisionados norteamericanos -4 de diciembre. Forsyth responde que ha ordenado a Butler proseguir la negociación en Ciudad de México. Y en efecto, el 21 de diciembre, Butler dice al canciller mexicano, Francisco M. Lombardo, que ha sido instruido para tratar la cuestión fronteriza. Butler anuncia por primera vez la nueva tesis de Jackson: el tratado de 1819 es nulo: "México está en posesión de un territorio que no le pertenece de derecho." La tesis se completa con una declaración terminante: "Debemos recuperar Texas pacíficamente si es posible; por la guerra, si es ese nuestro deber." Es el reverso de la teoría de Poinsett. O, mejor, su desarrollo. Sólo que ahora México está sentado en el banquillo... Butler sostiene que el problema debe replantearse totalmente. Y advierte: conviene a México concluir la discusión de fronteras. Gutiérrez Estrada, que ha reemplazado a Lombardo, le contesta que ha radicado las discusiones en Washington e instruido en tal sentido a su representante en esa capital…
Castillo y Lanzas abre su correspondencia del año 35 con una nota reservada a su gobierno, fechada el 2 de enero. Da cuenta de los embarques de gente de Estados Unidos a Texas, totalmente al margen de la ley mexicana. Los habitantes de Texas se consideran ya, de hecho, fuera de la Federación Mexicana. Enseguida se refiere a "los miserables ardides con que ese gobierno está procurando diferir la negociación pendiente para proceder a la demarcación de límites y el interés que así descubre en que ésta no se lleve a efecto". México está frente a un dilema, dice Castillo y Lanzas, vender Texas o advertir a Estados Unidos que no está dispuesto a desprenderse de ella.
Una nueva convención firmada en 1836 amplía los plazos para la fijación de límites. Forsyth la objeta: "Estados Unidos no la considera satisfactoria" -1° de abril. Es la última referencia al tratado de 1828. Pero a esa fecha, hacía ya casi un año que Washington había destacado al general Gaines a la frontera, con un regimiento de infantería, listo para cruzarla hacia Texas. La cruzaría tres meses más tarde... Y ya se había proclamado la República de Texas. El tratado de 1828 había devenido obsoleto…
(Tomado de: Medina Castro, Manuel. El Gran despojo. Texas, Nuevo México y California. Editorial Diógenes, S. A. México, Distrito Federal, septiembre de 1971)

No hay comentarios.:
Publicar un comentario