lunes, 14 de febrero de 2022

Epitacio Huerta

 


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Epitacio Huerta (1827-1904)

"Era mi deber defender la Patria y la causa santa de sus leyes; y así lo hice -escribiría en sus memorias-. Era mi deber preferir, en el destierro, el hambre a la deshonra, el dolor a la ignominia; y con dignidad, y aún con placer, los preferí".El general había luchado contra el mejor ejército del mundo, el francés, y había sido derrotado. El castigo que tuvo que pagar por la defensa heroica de su patria fue muy caro. Y aún así, lo enfrentó con estoico carácter.

Epitacio Huerta era un reconocido militar que había entrado a la lucha ideológica durante la Revolución de Ayutla. Peleó contra Antonio López de Santa Anna en Jalisco y Michoacán, en donde estableció, con éxito, su centro de operaciones. Fue por ello nombrado comandante militar y gobernador de Michoacán. Las ideas liberales le convencían y peleó contra los conservadores en la Guerra de Reforma. Sin embargo, su mayor enemigo habría de provenir del exterior. Al inicio de la Intervención Francesa, habían pocos militares más decididos a desterrar a los invasores que Epitacio Huerta.

Estuvo en varias de las batallas más importantes de la época; sin embargo, la que habría de marcar su vida para siempre sería el sitio de Puebla de 1863. Tras varios meses de sacrificio y coraje, cayó la plaza, y lo aprehendieron. Se le ofreció un indulto a cambio de dejar las armas, lo cual rechazó tajantemente. Su castigo sería el exilio en Francia. Huerta era tan sólo uno de varios militares que no pudieron escapar en el camino de sus captores y que el 23 de julio fueron conducidos al país europeo.

En Francia, los prisioneros fueron intimidados en varias ocasiones para firmar un documento de sumisión al imperio francés. De los más de 500 soldados que llegaron al país galo, sólo 123 se negaron a firmarlo. Por supuesto, Epitacio Huerta, quien era el jefe de los prisioneros, estaba entre ellos. Por un año pasaron penas y humillaciones. No contaban con recursos para subsistir más que los que enviaban algunos mexicanos. Fue entonces cuando recibió la noticia que los prisioneros podían salir con libertad de Francia. El gobierno de Napoleón III, sin embargo, sólo pagaría el transporte a los que habían firmado la hoja de sumisión.

Huerta, desde ese momento, buscó por todo París los medios para pagar el transporte de sus compañeros leales a su patria. Para el 11 de julio, los recursos no eran suficientes. El gobierno francés decidió que, de no salir en las siguientes 24 horas, los combatientes mexicanos serían reducidos a prisión. Huerta decidió que viajaran a España. Sin embargo, el camino hacia la patria se veía aún lejano.

Pidió recursos a todo el mundo. Solicitó auxilio de los hombres más acaudalados de México, la mayoría de quienes, temerosos del castigo de los franceses, dieron poco o nada. Los alimentos comenzaron a escasear a los prisioneros en libertad.

El año de 1864 transcurrió sin que se viera una solución próxima al problema. Por si fuera poco los prisioneros comenzaron, además, a tener problemas con algunos prestamistas a quienes habían pedido dinero para comer. Aunque la desesperación hacía presa de los mexicanos, Huerta siempre mantuvo ecuanimidad y liderazgo para resolver los problemas conforme se iban presentando. Sin embargo, su frustración por no ver llegar la ayuda, a pesar de poner su nombre como promesa de pago o sus propias tierras a la venta, fue creciendo conforme se acercaba diciembre.

En los primeros meses de 1865 olvidó toda posibilidad de que los recursos oficiales auxiliaran a los leales mexicanos. Contactó entonces a uno de sus socios en México, Manuel Terreros, quien pronto aceptó donar la mitad de los gastos. El propio Huerta, de su bolsillo y de algunos donativos de otros mexicanos, puso el dinero restante. El 26 de febrero Huerta les decía a los prisioneros: "Partid al suelo patrio, buscad en el campo del honor nuevas glorias, sostened con bravura el pabellón nacional". Los prisioneros salieron de Europa el 27 de febrero siguiente. La misión más complicada y patriota de Huerta había sido cumplida.

Hubiera sido más sencillo firmar el documento de sumisión. Los traidores a la patria llegaron al país al poco tiempo de su firma; pero pisaron suelo mexicano deshonrados. Huerta y los demás oficiales prefirieron el hambre a la deshonra.


(Tomado de: Tapia, Mario - 101 héroes en la historia de México. Random House Mondadori, S.A. de C.V. México, D.F., 2008) 



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