lunes, 12 de julio de 2021

Gonzalo N. Santos


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Sí, declaro que un pinche muerto

más o menos no me va a quitar el

sueño, que no me voy a rajar de un

hecho que yo haya cometido o mandado

cometer, ni aquí en la tierra ni en el

cielo, a donde seguramente tendré que

ir a rendir declaración de mi paso por

la tierra; o tal vez al infierno, pero como

soy de tierra tan caliente no me va a

afectar la temperatura.

Gonzalo N. Santos

Gonzalo N. Santos (1897-1978) fue un cacique violento, corrupto y arbitrario, miembro fundador del Partido Nacional Revolucionario (PNR), cinco veces consecutivas diputado federal y senador, y gobernador de San Luis Potosí de 1943 a 1949.

Modificó la Carta Magna para promover la reelección de Obregón y se opuso a la no reelección de las Cámaras, que dio por resultado -según sus propias palabras- "el aborregamiento del poder legislativo, borregada que continúa produciendo abundante lana hasta la fecha".

En marzo de 1929, recién fundado el PNR, Gonzalo Escobar encabezó un movimiento contra Emilio Portes Gil que fue sofocado al poco tiempo, pero que sirvió de pretexto para que Gonzalo N. Santos lanzara un discurso en el que, además de amenazar a los opositores, auguraba el fracaso democrático del país:

"Camaradas de la Revolución, ¡a la guerra como a la guerra! Allá vamos a contestarles, en el terreno en que nos han citado. Quisimos demostrar ante el mundo entero que no queríamos una gota más de sangre en nuestra patria; que este ensayo cívico de este PNR resolviera las funciones cívicas del futuro; que el partido que se sienta más fuerte que nosotros y dueño de la razón, se nos enfrentase en el terreno del civismo, pero no quiere eso la reacción clerical."

Si estas palabras no lo hubieran hecho célebre, le habría dado fama la más conocida de sus frases: "La moral es un árbol que da moras o sirve para una chingada", la cual siguió al pie de la letra; como ejemplo, en 1929, durante la campaña electoral, amedrentó, ametralladora Thompson en mano, a los partidarios de José Vasconcelos.

Pero también lo distinguió su servilismo: la tarde del domingo 7 de julio de 1940, día de elecciones presidenciales, el candidato oficial Manuel Ávila Camacho recibió, como obsequio de Santos, una gran cantidad de insignias violentamente arrancadas por el cacique a los ciudadanos que vigilaban la casilla donde el presidente Cárdenas emitió su voto. Opositor a Almazán, esa mañana la había pasado aterrorizando a los seguidores del candidato.

Durante el período presidencial de Manuel Ávila Camacho, Santos preparó la iniciativa de ley para ampliar el periodo de los gobernadores de cuatro a seis años; aprobada esta ley, gobernó el estado de San Luis Potosí de 1943 a 1949, periodo durante el cual controló las fuerzas políticas del estado, incluyendo la prensa. Terminado su periodo, continuó manejando a su antojo a quienes lo sucedieron hasta que en 1957, ante la proximidad de las elecciones federales y las locales en San Luis Potosí, varios grupos de oposición intentaron desmantelar su cacicazgo.

Tras intensas y violentas movilizaciones sociales, en una de las cuales un agente disparó e hirió de muerte a un niño, el gobierno de Adolfo López Mateos negoció con los opositores al régimen de Santos el nombramiento de un gobernador interino en 1959. Después, durante las elecciones locales de 1961, el gobierno federal le dio la espalda a Santos. En 1978, el presidente López Portillo aprobó un decreto que expropiaba gran parte de las propiedades del cacique, quien murió el 17 de octubre de 1978 en la ciudad de México.

(Tomado de: Molina, Sandra – 101 villanos en la historia de México. Grijalbo, Random House Mondadori, S.A. de C.V., México, D.F. 2008)


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