Nacido en
Santa María de Villalpedre, Asturias; muerto en el convento de Sisla, Toledo,
España (1751-1825). En Salamanca obtuvo los bachilleratos en Derecho y cánones.
Pasó a Guatemala con el arzobispo Monroy y allí se ordenó presbítero. Residió
desde 1784 en Valladolid (hoy Morelia), donde el obispo Antonio de san Miguel
lo nombró juez de capellanía, fondos eclesiásticos y obras pías. En 805 la
Universidad de Guadalajara le otorgó el doctorado en cánones. El consejo de
Indias, a la muerte de San Miguel, lo designó canónigo penitenciario de la
catedral de Morelia, a la que sirvió hasta 1815.
En 1799
dirigió a Carlos IV una Representación al
rey, sobre inmunidades del clero, en la que expone la situación de la
sociedad virreinal y advierte los síntomas de descontento en la Nueva España.
En este
documento propuso la abolición general de los tributos a los indios y castas, y
de la infamia de derecho que afectaba a éstas; la distribución gratuita entre
unos y otras de todas las tierras realengas; una ley agraria que otorgara al
pueblo una equivalencia de propiedad en las tierras incultas de los grandes
propietarios, por medio de locaciones de veinte y treinta años, en que no se
pagasen alcabala ni pensión alguna; y la libertad irrestricta para establecer
fábricas ordinarias de algodón y lana.
En 1804 se
opuso a los intentos de Godoy de desamortizar los bienes de la Iglesia y en
1807 viajó a España en busca de su habilitación, pues su condición de hijo
natural le vedaba aspirar a cargos de mayor jerarquía. Regresó con el puesto de
previsor y vicario general y en 1810 la regencia lo nombró Obispo electo de
Michoacán. Tomó posesión del cargo antes de que llegaran las bulas pontificias,
que nunca consiguió.
Se opuso al
movimiento de Independencia constante y enérgicamente, defendiendo siempre la
soberanía española. Había sido amigo particular de Miguel Hidalgo, e inclusive
cultivó amistad con quienes concurrieron a las juntas de Valladolid y San
Miguel el Grande. Sin embargo, el 24 de septiembre de 1810 dictó y publicó el
decreto de excomunión de Hidalgo, Allende, Aldama y Abasolo por “perturbadores
del orden público, seductores del pueblo, sacrílegos, perjuros, que han
incurrido en la excomunión mayor del Canon: Siquis
suadente Diabolo”. Los insurgentes impugnaron la legalidad de la
excomunión, basados en la precaria investidura de Abad y Queipo.
En 1815, éste
envió un informe a Fernando VII, denunciando los desaciertos de Félix María
Calleja y la falta de prudencia de Lardizábal, ministro de Indias. Fue llamado
a España con el pretexto de que informara sobre el movimiento de Independencia,
pero en realidad para que respondiera a las denuncias y cargos que se le hacían
por sus “ideas liberales y benéficas en favor de las Américas y sus
habitantes”. No obstante, el rey lo nombró ministro de Gracia y Justicia, el 24
de junio de 1816; pero tres días después fue suspendido y e le siguió proceso
ante la Inquisición, acusado de ser amigo de los insurgentes, de vida
irreligiosa y de ideas revolucionarias. Estuvo preso dos meses en las cárceles
del santo Oficio. La revolución de 1820 lo designó miembro de la Junta
Provisional, encargada de vigilar la conducta de Fernando VII, y posteriormente
diputado a Cortes por la provincia de Asturias.
Obtuvo el
obispado de Tortosa, pero tampoco logró las bulas papales. Y en 1824, ya
octogenario y sordo, la reacción absolutista lo encarceló de nuevo en el
monasterio de Sisla. Muchos de sus escritos fueron publicados en el Seminario político y literario y en el Observador de la República Mexicana. Una
Colección de escritos más importantes
apareció en la Ciudad de México en 1813, y su Testamento político en la Historia de Lucas Alamán.
(Tomado de: Enciclopedia de México, Enciclopedia de México, S. A. México D.F. 1977, volumen I, A - Bajío)
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