Volcanes de Nueva España
El descanso de los habitantes de México es menos turbado por
temblores de tierra y explosiones volcánicas que el de los habitantes del reino
de Quito y de las provincias de Guatemala y de Cumaná. En toda la Nueva España
no hay sino cinco volcanes encendidos, esto es, el Orizaba, el Popocatépetl, y
las montañas de Tuxtla, de Jorullo y de Colima. Los temblores de tierra, que
son bastante frecuentes en las costas del océano Pacífico y en los alrededores
de la capital, no causan en aquellos parajes desastres semejantes a los que han
afligido a las ciudades de Lima, de Riobamba, de Guatemala y de Cumaná. Una
horrible catástrofe hizo brotar de la tierra, el día 14 de septiembre de 1759,
el volcán de Jorullo, rodeado de innumerable multitud de pequeños conos humeantes.
En el mes de enero de 1784 se oyeron en Guanajuato truenos subterráneos que
eran casi más espantosos por lo mismo que no venían acompañados de ningún otro
fenómeno. Todo esto parece probar que el país contenido entre los paralelos de
18 y 22° oculta un fuego activo que rompe de tiempo en tiempo la costra del
globo, incluso a grandes distancias de la costa del océano.
(Tomado de: Humboldt, Alejandro de – Ensayo Político sobre el reino de la Nueva España. Estudio preliminar, revisión del texto, cotejos, notas y anexos de Juan A. Ortega y Medina. Editorial Porrúa, colección “Sepan Cuantos…” #39. México, D.F.,2004)
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