De las lagunas que tiene Michoacán y del pescado que se coge en ellas.
Hame movido a
escribir por menor y por mayor esta provincia, del descuido que veo (si no le
llamo cuidado) en todos los historiadores y aun en sus mismos naturales, que
siendo justo trofeo de una monarquía la conservación de sus memorias, en la de
Michoacán hallo tan postrada esta costumbre, que no sé si la llame desgracia o
mal correspondida; porque los pocos que han escrito de ella van tan suscritos,
que dejan lo precioso y se contentan con apuntarlo. Pero discúlpoles con lo
mismo que a mí me pasa; que no habrán tenido noticia ni relaciones por haberlas
despreciado el tiempo, para que el olvido celebre en sueños lo que yo lloro en
aquesta historia.
La principal
laguna que tiene esta provincia es la de Pátzcuaro, en cuyo contorno estuvo en
su primer fundación la gruesa de la gente, y la corte del gran Caltzontzi. Y
así no hubo palmo de tierra que no estuviese poblado, y aún hoy que no hay casi
gente, se han conservado muchos pueblos como son; la ciudad de Tzinzunzan,
cabeza del reino, que está a la orilla de la misma laguna, batida de las aguas,
tributándole la antigua obediencia de los reyes y monarcas que ordinariamente
tuvieron allí su asistencia. Es ciudad de casi doscientos vecinos, tiene un
convento de nuestra orden muy suntuoso. De aquí tres leguas está la ciudad de
Pátzcuaro, muy poblada de españoles, donde estuvo antiguamente la silla
episcopal, y tiene conventos de la orden de San Agustín, la Compañía de Jesús y
San Francisco. Con una iglesia parroquial de mucho porte y consideración. Es
ciudad de mucho trato, con que el concurso es numeroso y la población
razonable. De aquí al pueblo de Erongaríguaro hay otras tres leguas, es hoy
razonable y tiene un convento de los mejores en la provincia. Prosiguiendo la
vuelta, cinco leguas de aquí está el convento y pueblo de San Andrés
Isirondaro, y aquí media legua, el de san Gerónimo Purenchécuaro, ambas a dos
guardianías, y luego tres leguas, el pueblo de San Fe, Retorazgo, que provee la
catedral de esta iglesia. De aquí se sigue a dos leguas el pueblo de Cocupao,
con su iglesia, muy ameno. Y de aquí a la ciudad de Tzintzunzan una legua, con
que se cierra la orla de esta gran laguna, y según el cómputo de estas leguas
son quince las de su contorno. Es muy profunda, y se coge infinito pescado
blanco, muy sabroso y saludable, y otros géneros. Esta laguna fue el depósito de
los ídolos de oro y plata y piedras preciosas, que nuestros frailes debelaron
en la fundación del evangelio. Navégase en canoas, y hace en medio una isleta
por punto céntrico de tan vistosa circunferencia, donde está fundado un pueblo
llamado S. Pedro Jarácuaro, con su iglesia, y se visita y administra del pueblo
de Erongarícuaro. Aquí se van a recrear de todas aquestas partes.
Enfrente de
ésta está otra, hacia la parte septentrional, llamada la laguna de Sirahuén, en
lugar más alto, adonde los reyes y señores, se retiraban al recreo y alivio de
sus negocios. Es profundísima, y tiene de boj dos leguas, y se coge gran suma
de pescado blanco. No se navega, porque en medio hace un remolino tan rápido
que se sorbería un monte. Es tradición de los naturales que se comunica con la
de Pátzcuaro. Respecto de ésta, hacia el oriente está la de Cuitzeo, laguna muy grande si bien de pocos años a esta
parte ha crecido mucho por las vertientes de los cerros que la rodean. Y así no
es muy profunda. Es la cabeza de esta laguna, doctrina y administración de los
padres de S. Agustín. Siete leguas de ésta, hacia el mediodía, cae la laguna de
Yurirapúndaro, en que se coge mucho pescado para proveer la mayor parte de
chichimecas. Hacia el poniente está la laguna de la Magdalena con tres leguas
de circuito y mucho pescado. Y media legua de ésta, está la Quitupa, muy
profunda y con quien se comunica por ocultos rumbos de la tierra.
Dos leguas
del pueblo de Tzacapo está un cerro en cuya cumbre está labrado un vaso tan
perfecto, que sólo la naturaleza pudo ser artífice de su fábrica, porque todo
el cerro es redondo y dentro hueco y lleno de agua, y desde el borde a los
labios del agua, hay como un tiro de piedra, tan liso y tan peinado, que es muy
dificultoso bajar, y en todo el circuito, no hay una hebra de zacate, por ser
hueco y no tener virtud para producirlo; tiene la latitud como tiro y medio de
arcabuz a cuyo respecto es la redondez, porque no ha sido posible el medirla.
Las aguas son clarísimas y deleitosas, y así ha movido a admiración, a cuya
novedad han ido de muchas partes a verlo. Llámase la Sierra del Agua; háse
pretendido sacar a tajo abierto; pero no han podido, por no ser voluntad del
que lo puso en términos tan precisos.
Debajo de
este cerro cae la ciénaga de Tzacapo donde hay lagunas profundísimas con
infinito pescado. De esta ciénaga tiene su nacimiento el río de Angulo, que
discurriendo hacia el norte, se incorpora como dijimos, y al darle vistas se
precipita de un cerro muy alto con tanta violencia, qe abajo entre el golpe del
agua y el peñasco, se pasa a pie enjuto. En esta ciénaga hay infinita cantidad
de patos, y así veremos que toda esta provincia no tiene palmo de tierra que no
sea fértil y abundante, así de caza como de pescados. Fuera de los ríos y
lagunas, tiene muchos baños calientes, particularmente los camosos [sic] de
Chucándiro que sanan de todas las enfermedades, salvo las bubas, que en
entrando en ellas es ciertísima la muerte.
(Tomado de: Fray
Alonso de la Rea. Chronica de la Orden de N. Seraphico P. S. Francisco
Prouincia de S. Pedro y S. Pablo de Mechoacan… México, 1643. Tomado a su vez
de: Federico Gómez de Orozco (comp.) - Crónicas de Michoacán. Biblioteca del
Estudiante Universitario #12, Dirección General de Publicaciones, UNAM, México,
D. F. 1991)
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