viernes, 1 de marzo de 2019

La expulsión de los jesuitas y el inicio de la guerra de Independencia



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¿Cómo influyó la expulsión de los jesuitas en la conformación de la Independencia mexicana?

La expulsión de los jesuitas provocó un descontento generalizado que permeó las distintas capas de las esferas sociales novohispanas. En la Nueva España, las élites recibían educación de los jesuitas, quienes además promovían el culto a la Virgen de Guadalupe. La expulsión tuvo severas consecuencias morales en la población, pues una vez más la imposición venía de las autoridades metropolitanas. Contrario a las costumbres de las tres órdenes mendicantes (franciscanos, dominicos y agustinos), los jesuitas formaban sociedades autosuficientes que producían sus propias fuentes de abasto y se interesaban en la obtención de propiedades. Esto era mal visto, pues se consideraba que tales iniciativas contradecían la parquedad característica de las congregaciones religiosas.

En 1767 España impidió la permanencia de los jesuitas en territorio americano. Esto redujo considerablemente los recursos y los lugares intelectuales del patriotismo criollo, justo en el momento en que la ilustración aportaba nuevas ideas acerca de la historia. Los jesuitas ejercían una fuerte influencia sobre las opiniones y las actividades políticas. Esta cualidad les ganó el odio de los tiranos anticlericales. Entre 1760 y 1770 los jesuitas tuvieron que abandonar los distintos puntos en los que se encontraban. Carlos III de España había designado para la operación el envío de carrozas que conducían a los religiosos a los puertos para embarcarlos y enviarlos lejos lo antes posible. Lo mismo sucedió con los jesuitas en México. El virrey fue amenazado de muerte si permitía que uno solo de los religiosos se quedara en el país, pues eran ante todo una fuente de divulgación del poder y los educadores de la elite criolla. La edad de oro de los jesuitas en México fue de 1700 a 1767, cuando surgieron eruditos notables como Francisco Javier Alegre (1729-1788), Francisco Javier Clavijero (1731-1787), y Andrés Cavo (1739-1802).

El 2 de junio de 1767, antes del amanecer, un grupo de funcionarios reales penetraron en sus conventos y tomaron a los 678 miembros de la orden para obligarlos a dirigirse a Veracruz- en el momento en que se dio a conocer la noticia, un sinnúmero de personas se reunió para asistir al éxodo. La comitiva tuvo que abrirse paso a golpes. En diversos pueblos hubo revueltas que terminaron en 90 ejecuciones. En abril de 1768 la Inquisición recibió una carta firmada por los “Pobres Cristianos de Puebla”, advirtiendo del armamento popular en defensa de su religión. Se discutieron las medidas necesarias para extirpar el “fanatismo” que se había desencadenado a partir de la expulsión de la orden. 

Los diputados hispanoamericanos de las Cortes de Cádiz nunca lograron obtener el apoyo de sus compañeros para hacer que los jesuitas regresaran.

Los jesuitas dirigían 103 misiones indígenas y 23 colegios, en donde eran irremplazables. Cuando llegaron deportados a Europa, ningún país quiso recibirlos.

 Tuvieron que navegar largo tiempo por el Mar Mediterráneo hasta que encontraron un refugio temporal en la isla de Córcega, en el sur de Francia. Lo que resulta curioso es que una de las ciudades más importantes de América tuvo que recurrir de manera casi clandestina a un jesuita exiliado, Francisco Javier Clavijero, para que escribiera una historia acerca de la Nueva España en defensa de las teorías antiamericanistas que circulaban en Europa. En el exilio jesuita fue donde el patriotismo criollo pudo enfrentarse a los golpes ideológicos de la Ilustración europea. Gran parte de los jesuitas exiliados no fueron hombres que ignoraran los avances del conocimiento; por el contrario, eran hombres que tenían conocimiento de las novedades científicas, de las corrientes filosóficas y de la misma historiografía del siglo XVIII europeo. Los jesuitas tuvieron la intuición suficiente para reconocer que era necesario dejar atrás la cultura barroca en la que estaba impregnada la sociedad novohispana durante el siglo XVII.

Esta ruptura en la vida cotidiana de la Nueva España ayudó a incrementar el descontento frente a las autoridades españolas. Abad y Queipo había previsto que la remoción de la orden sería una amenaza que debilitaría los vínculos de lealtad que estaban en el corazón y en la mente de la clase más baja. Las protestas en contra del acto demostraban hasta qué punto implícita o explícitamente el pueblo se había separado ya de la figura de autoridad a la cual estaba cansado de someterse.

(Tomado de: Cecilia Pacheco - 101 preguntas sobre la independencia de México. Grijalbo Random House Mondadori, S.A. de C.V., México, D.F., 2009)



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