viernes, 5 de abril de 2019

Las truchas de Utt


En el techo de la Baja California, a tres mil metros de altura, nace un sinfín de arroyos poblados por gordas y hermosas truchas cuyo origen es toda una leyenda: fueron plantadas, arroyo por arroyo, por un millonario californiano que dedicó sus vacaciones anuales a la más extraña ocupación para un adinerado: distribuir truchas entre los arroyos más inaccesibles de una alta serranía, la de San Pedro Mártir.


Las famosas truchas de Mr. Utt dadas a conocer por el malogrado Fernando Jordán, en su El Otro México, constituyen ciertamente por lo que representó su traslado y distribución un singular gesto de amor hacia una región inhóspita, solitaria y alejada de todo menos de Dios.


Con todo, este rincón del mundo empieza a ser favorecido por un turismo muy peculiar: el que acampa y convive con el suelo. Turismo de camping. De familias que pasan ahí un par de semanas y vuelven el año siguiente. Todos son cautivados por el paisaje más opuesto al panorama modernista y artificial del siglo XX en las grandes capitales.


Cualquier geólogo describiría esta región como “el más sorprendente amontonamiento de escarpas graníticas”. Se alza bruscamente desde el nivel del mar y sigue elevándose hasta recibir la húmeda brisa del Océano Pacífico. Sus cumbres se coronan de pinares que los rapamontes han venido asesinando, y debajo de una colosal roca nace el arroyo de las Garzas que se lanza al vacío en tres prodigiosos saltos que suman más de 900 metros, para ser realmente la cascada más alta que se conoce en México.


(Tomado de: Mollër, Harry. México Desconocido. INJUVE, México, D. F., 1973)

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