jueves, 23 de mayo de 2019

Bernardo Reyes sucumbe frente al Palacio Nacional



El general Bernardo Reyes sucumbe de un balazo frente al Palacio Nacional

Brigadier Félix Díaz ha desaparecido

Otro complot fracasado en la ciudad de México

Se han dictado órdenes de aprehensión contra los directores intelectuales

El Correo de la Tarde. Mazatlán, Sin., lunes 10 de febrero de 1913

México, febrero 9. Esta madrugada un grupo de aspirantes y algunos soldados de artillería, encabezado por el general Mondragón, atacaron prisión militar Santiago, liberando al General Reyes. En seguida libertaron a Félix Díaz y fueron a Palacio Nacional. En momentos del ataque fue muerto General Reyes y la mayor parte de los que lo seguían. Félix Díaz huyó sin saberse para dónde. Tranquilidad restablecida.

Opinión pública se ha manifestado francamente en favor del Gobierno legítimo. Háganlo conocimiento público.

Mario Méndez
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El señor Gobernador del Estado, transmitió anoche al señor prefecto de este Distrito, el siguiente telegrama que llegó de México.

Esta madrugada un grupo de aspirantes y algunos soldados de artillería, encabezados por General Mondragón atacaron prisión militar Santiago, libertado General Reyes, en seguida libertaron a Félix Díaz y atacaron Palacio Nacional. En momento del ataque fue muerto General Reyes y la mayor parte de los que los seguían, y Félix Díaz huyó sin saberse paradero. Yo con los Ministros me encuentro en Palacio Nacional, mandando aprehender a los Directores intelectuales. La tranquilidad se ha restablecido por completo en la ciudad. Habiendo sido ligeramente herido Comandante Militar de la plaza, General Lauro Villar ha sido nombrado Comandante Militar el General Victoriano Huerta.

El Presidente Constitucional,
Francisco I. Madero”

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Tanto en la Penitenciaría donde se encontraba el Gral. Félix Díaz, como en la prisión militar de Santiago Tlatelolco, donde estaba el Gral. Reyes, existen siempre fuertes guarniciones, y si éstas no estuvieron de acuerdo con los autores de un golpe de mano tan audaz , es de suponerse que los combates que se libraron en una y otra fortaleza deben haber sido terribles, y la carnicería espantosa.

También es de suponerse que inmediatamente después de haber pasado los sucesos, se estableció la más estricta censura en el telégrafo, y tan es así, que a la hora en que escribimos estas líneas, 10 de la mañana, no hemos recibido nuestro servicio telegráfico de noticias del país y extranjeras, correspondientes al día de ayer.


Tomado de: Labrandero Iñigo, Magdalena, et al, (coordinadores) - Nuestro México #4, La Decena Trágica, 1913. UNAM, México, D. F., 1983)


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