miércoles, 13 de febrero de 2019

Rafael F. Muñoz






(Chihuahua, 1899; Ciudad de México, 1972) Escribe antes que nadie unas Memorias de Pancho Villa (1923) a las que sigue El feroz cabecilla, en 1928; pero publicará sus libros más importantes en la década siguiente: Vámonos con Pancho Villa y Se llevaron el cañón para Bachimba (1931) y Si me han de matar mañana… (1934). Obras incompletas, dispersas o rechazadas, con notas del mismo autor, publicado en 1968.

Fue el más “reporteril” de todos, pero se engañarían los que creyeran que su literatura estaba hecha para el periódico, llamado a desaparecer con el de la fecha siguiente. Rafael F. Muñoz, como todos los narradores de esta época, relata lo cierto pero lo amalgama con lo que deberá haber sido. Baste como ejemplo su cuento de la muerte de Rodolfo Fierro, el lugarteniente de Villa –del de La feria de las balas, de Martín Luis Guzmán. Efectivamente, Fierro murió en un tremedal, pero no como lo cuenta Muñoz. Ahora bien, para la historia la verdad será la del novelista.

En nadie como en él –como no sea en Gregorio López y Fuentes, que carece de su garra de narrador, y se irá por los linderos del “indigenismo”- se deja constancia de ese machihembrar de realidad e imaginación, sin tomar partido, como no sea adverso, para elevar un monumento de admiración precisamente a lo que no se quiere admirar, tan propio del género.

Se puede encontrar en sus relatos, y en los de López y Fuentes, si no las primeras –son de genealogía española- algunas manifestaciones de lo que ha venido a ser el famoso “machismo” mexicano, por ejemplo: ese campesino cuya mujer e hijas son asesinadas por Villa, frente a él, y que luego es capaz de morir por el caudillo aguantando impertérrito las torturas más refinadas, callando lo que sabe.

Rafael F. Muñoz prefirió el hecho al dicho. Su estilo es puro, desnudo, sin cuidados femeniles. Escribió lo que tenía a pecho, luego calló, dedicándose a jugar al dominó.

(Tomado de: Max Aub – Guía de narradores de la Revolución Mexicana)

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