martes, 22 de enero de 2019

De lo que decían los indios luego que vinieron españoles y religiosos

(Códice Techialoyan)
 
Luego como vieron los indios los españoles, de ver gente tan extraña y ver que no comían sus comidas de ellos, y que no se emborrachaban como ellos, llamábanlos tucupacha, que son dioses, y teparacha que son grandes hombres; y también toman este vocablo por dioses, y acazecha, que es gente que trae gorras, y sombreros. Y después andando el tiempo, los llamaron cristianos, decían que habían venido del cielo; los vestidos que traían, decían que eran pellejos de hombres como los que ellos vestían en sus fiestas; a los caballos llamaban venados, y otros tuycen, que eran unos como caballos que ellos hacían en una su fiesta de cuingo, de pan de bledos; y que las crines que eran cabellos postizos que les ponían a los caballos.

Decían al Cazonci los indios que primero los vieron, que hablaban los caballos, que cuando estaban a caballo los españoles que les decían los caballos por tal parte habemos de ir; cuando los españoles les tiraban de la rienda decían que el trigo y semillas y vino que habían traído, que la madre Cueravaperi se lo había dado cuando vinieron a la tierra.
 
 Cuando vieron los españoles y cuando vieron a los religiosos con sus coronas y así vestidos pobremente, y que no querían oro ni plata, espantábanse, y como no tenían mujeres, decían que eran sacerdotes del dios que había venido a la tierra, y llamábanlos curitiecha, que eran sus sacerdotes que traían unas guirnaldas de hilo en las cabezas y unas entradas hechas. Espantábanse como no se vestían como los otros españoles, y decían: “dichosos estos que no quieren nada”. Después unos sacerdotes y hechiceros suyos, hiciéronles creer a la gente que los sacerdotes eran muertos, y que eran mortajas los hábitos que traían, y que de noche dentro de sus casas se deshacían todos, y se quedaban huesos, y dejaban allí los hábitos, y que iban allá al infierno donde tenían sus mujeres, y que venían a la mañana, y esta ironía duróles mucho, hasta que fueron más entendiendo. Decían que no morían los españoles, que eran inmortales.

También aquellos hechiceros hiciéronle creer que el agua con que se bautizaban, que les hechaban encima las cabezas que era sangre, y que les hendían las cabezas a sus hijos, y por eso no los osaban bautizar, que decían que se les habían de morir. Llamaban a las cruces Santa María, porque no habían oído la doctrina, y tenían las cruces por dios como los que ellos tenían. Cuando les decían que habían de ir al cielo no lo creían y decían: “nunca vemos ir ninguno”. No creían nada de lo que les decían los religiosos, ni se osaban confiar de ellos; decían que todos eran unos los españoles, y ellos pensaban que ellos habían nacido así los frailes, con los hábitos: que no habían sido niños. Y duróles mucho esto, y aún ahora no se lo acaban de creer que no tuvieran madres.

Cuando decían misa decía que miraban en el agua, que eran hechiceros. No se osaban confiar ni decían verdad en las confesiones, pensando que los habían de matar, y si se confesaban alguno, estaban todos acechando cómo se confesaba, y más si era mujer. Preguntabanles después qué les habían dicho o preguntado aquel padre, y ellos decíanlo todo.

A las mujeres de Castilla llamaban cuchaecha, que son señoras y diosas.

Decían que hablaban las cartas que les daban para llevar a alguna parte, y por eso no osaban mentir alguna vez. Maravillábanse de cada cosa que veían. Como son amigos de novedades, las herraduras de los caballos decían que eran cotaras y zapatos de hierro de los caballos. En Tlaxcala trujeron para los caballos sus raciones de gallinas como para los españoles. Lo que les predicaban los religiosos espantábanse de oírlo, y decían que eran hechiceros, que les decían lo que ellos hacían en sus casas, o que alguno se lo venía a decir, o que era lo que ellos les habían confesado.
 
 
(Tomado de: Anónimo (siglo XVI) – Relación de las cerimonias y rictos y población y gobernación de los indios de la Provincia de Mechoacan. Madrid, 1869. Tomado a su vez de: Federico Gómez de Orozco (comp.) - Crónicas de Michoacán. Biblioteca del Estudiante Universitario #12, Dirección General de Publicaciones, UNAM, México, D. F. 1991)



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