martes, 29 de enero de 2019

Plan de Zacapoaxtla I, 1855


Juan Álvarez seguía en Tlalpan, un poco fatigado por la carga que llevaba sobre los hombros y con la cual no sabía qué hacer. Nunca pudo superar esa situación y como las molestias, planes y levantamientos crecían a ojos vistas, el 10 de diciembre, usando las “facultades omnímodas”, nombró sucesor a Ignacio Comonfort y se fue con sus “pintos” a la costa del Pacífico.

Exaltados escándalos en la capital de la República anuncian la salida del presidente Álvarez, el más destacado de los cuales es el que frente a la Universidad promueve un Miguel Buenrostro –que cooperó con la intervención americana-, quien se dirige a las puertas de la Diputación para apoderarse de las armas y poner en prisión al gobernador del Distrito, Juan José Baz, en medio de grandes gritos contra el nuevo presidente, contra el clero, contra los americanos y contra los cantos y misterios de la Iglesia. Juan José Baz tomó enérgicas medidas contra los alborotadores y gracias a éstas no alcanzó proporciones sangrientas el motín.  Al día siguiente, 11 de diciembre, Comonfort ocupa por delegación la Presidencia omnímoda de la República.

Si esto acontecía en la ciudad Capital, en los Estados de la Federación las arbitrariedades, las medidas irritantes, los excesos jacobinos, los salteadores en despoblado, son las plagas que acosan a los ciudadanos. Hay lugares en los que, siguiendo la antigua tradición municipal, se unen los pueblos a deliberar sobre el estado de cosas que los aflige, y se pronuncian por fórmulas que publican en forma de planes. Para nuestra historia y para la vida de nuestro héroe [Miguel Miramón], el más significativo es el Plan de Zacapoaxtla.
Escasamente conocido, apodado de religión y fueros, para así ocultar con frases polémicas la justicia de la causa reclamada, dice así:
“En la Villa de Zacapoaxtla, a los doce días del mes de diciembre de mil ochocientos cincuenta y cinco, reunidos en las casas consistoriales, los señores cura párroco, sub-prefecto, jueces de la Villa y los de todos los pueblos inmediatos, y los vecinos principales, después de una indicación que dirigió el señor Cura a la multitud de los concurrentes, todos acordaron que, cuando abandonó el poder el general Santa-Anna, se temió que una acefalía produjera el destrozo de nuestra sociedad, y la nación para salvarse, de tamaño mal, abrazó con entusiasmo el Plan de Ayutla, reconoció a sus jefes y depositó en sus manos con poder absoluto la suerte de la patria. Debió esperarse en consecuencia que haciendo cesar el estado de guerra en que nos encontrábamos, se procurara la unión y se hicieran efectivas las garantías que ofreció el mencionado Plan de Ayutla; pero nada menos que eso, aun antes de establecerse el gobierno del general Álvarez, hemos visto que poniendo en práctica principios disolventes y desplegándose una persecución encarnizada a todos los buenos ciudadanos que prestaron con fidelidad sus servicios a la administración anterior, el gobierno actual después de tres meses de existencia, siguiendo el camino que el propio ha trazado, se ha enajenado las simpatías de los verdaderos libertadores y de todo ciudadano que profese amor a su Patria, puesto que el relacionado Plan de Ayutla en sus manos, no sólo ha destrozado, sino que le ha dado un sentido completamente contrario. En lugar de garantías sociales ha producido la persecución de las dos clases más respetables de la sociedad, el clero y el ejército, sin tener presente que atacando al primero se destierra de una vez del suelo mexicano la poca moralidad que existe, y persiguiendo al segundo, hoy que el enemigo de nuestra nacionalidad lo tenemos en el seno de la República, sin duda perderemos nuestra independencia que nuestros padres compraron con su sangre. En lugar de garantías individuales, sólo tenemos prisiones, destierros y confiscaciones; y en lugar de conservar nuestro territorio, se faculta al gobierno para poder vender, cuyas arbitrariedades no han podido sufrir ni aun los mismos que fueron caudillos de la revolución y se han separado. ¿En qué hemos mejorado entonces? ¿No estos mismos hechos nos hizo sufrir la administración anterior? –El Plan de Ayutla, por tanto, no ha servido más que de pretexto para el triunfo de un partido débil. La revolución que acaba de operar no ha tenido por objeto más que las personas, y nada más lejos de ella, que la felicidad de los pueblos y la seguridad de la Patria. Triste, muy triste es este cuadro, pero verdadero; la República entera está mirando con escándalo que mientras el enemigo del exterior se presenta en la frontera del norte disfrazado con el nombre de ejército libertador, a las órdenes del traidor Vidaurri, la parodia de gobierno que tenemos, sólo se ocupa de remover empleados, sin cuidar de la seguridad de los pueblos, porque los salteadores con entera libertad cometen sus depredaciones, no sólo en los caminos, sino aun en el corazón de nuestras más populosas ciudades. –Por lo tanto, para conjurar este estado de males, y poner con oportunidad el debido remedio, desconocemos y rehusamos con toda energía las odiosas denominaciones de los partidos que dividen a los mexicanos: nosotros invitamos a todos los que tengan amor a su Patria, sea cual fuere su fe política, a que reunidos bajo una bandera nacional, concurran con sus luces a salvar nuestra nacionalidad y religión, porque primero es tener asegurada nuestra herencia, y como para esto sea necesario poner el gobierno en manos de personas que reuniendo el patriotismo, la inteligencia y moralidad, obtengan la confianza de los pueblos, invitamos a nuestros conciudadanos para que sostengan como lo hacen los que firman, el siguiente
PLAN:

Art. 1°-Se desconoce el actual gobierno de la República y en consecuencia todos sus actos.

2°.-Inter tanto la nación se constituye de una manera libre y legal, las autoridades civiles y eclesiásticas de esta villa, su guarnición y vecindario en general, proclaman para el gobierno de la República las Bases Orgánicas adoptadas en el año de 1836.

3°.-Para la elección de los supremos poderes de la Nación, las mismas autoridades, guarnición y vecindario, se reservan hacer una declaración posterior, de manera que satisfaga los intereses nacionales.

4°.-Mientras no se presente jefe de confianza y de más graduación, se reconoce por jefe de las fuerzas pronunciadas, al teniente coronel del ejército, ciudadano Lorenzo Bulnes. Siguen tres mil seiscientas setenta y ocho firmas, que han puesto los pueblos de este partido y fuerzas pronunciadas de este rumbo hasta ahora. –Es copia del original a que me remito. –Zacapoaxtla, diciembre 12 de 1855. –Francisco Ortega y García. –Lorenzo Bulnes.”
(Tomado de: Luis Islas García – Miramón, caballero del infortunio. Editorial Jus, México, D.F., 1989)

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